Esta final fue una reedición de la de 2013, pero esta vez la suerte cayó del lado galo. En aquella ocasión, el Wolfsburgo se impuso al Lyon por un gol a cero.
Se avecinaba un encuentro muy disputado, pues los dos equipos llegaban en un estado de forma óptimo, y habiendo goleado a sus rivales en semifinales (4 y 7 goles a cero ganaron Wolfsburgo y Lyon).
El Olympique de Lyon se adelantó muy temprano en el marcador. Ada Hegerberg anotó a los once minutos de juego, a pase de Pauline Bremer.
Pudo duplicar la distancia el conjunto galo, pero Eugènie Le Sommer no estuvo acertada de cara a gol. Al comienzo de la segunda mitad pudo llegar el deseado segundo gol, pero Elise Bussaglia lo sacó de la línea de gol.
El Olympique era muy superior, y lo estaba demostrando sobre el terreno de juego. Parecía que el partido terminaría con el 0-1 que marcaba el electrónico, pero todos sabemos qué pasa cuando un equipo perdona la vida a su rival.
Que llega el gol que empata el partido. Lo marcó Alexandra Popp a los 88 minutos de partido, de cabeza, anticipándose a la salida de Sarah Bouhaddi.
Los treinta minutos de prórroga no sirvieron para resolver el partido, pero la tanda de penaltis tenía reservada la redención a la guardameta del Lyon.
Sarah Bouhaddi se erigió en la heroína de la tarde y dio el triunfo al Olympique de Lyon deteniendo dos penaltis de los cinco que le lanzaron.