A las puertas de la semana más decisiva del curso, el Madrid entró en parada cardiorespiratoria. Ya dio un amago ante el Celta; el gatillazo ante el Levante fue mucho más serio. Las dudas evolucionaron a consecuencias: el liderato ha tomado el puente aéreo tras ceder cinco puntos en una semana. Y puede que Hazard haya recaído de su lesión o que al menos se pierda esos inminentes partidos de la verdad.
El Madrid ha sufrido un 504 en apenas una semana. Una concatenación de dudas y desconexiones que incluso invitan a pensar si lo inusual fue todo lo anterior y no esta versión. Porque la sintomatología del gol ha vuelto a tumbar al paciente en la cama.
El Madrid da la sensación de pedir un sicólogo a gritos justo cuando el Barcelona parecía de siquiatra. En pleno revuelo institucional azulgrana, el equipo de Setién le ha recortado cinco puntos para volver a encaramarse al liderato y llegar con el músculo de la moral mucho más fortalecido que el de su eterno rival.
Mandó el equipo de Zidane. Mereció, llegó y aculó a su rival. Pero se ha quedado sin juego de cuchillos para la suerte final. Ni le astucia de Benzema, ni los misiles de media distancia de Modric o Kroos. Esta vez tampoco la catapulta a balón parado. Al Madrid se le ha bajado la persiana y volvió a purgar sus problemas de definición para que buen juego y resultado rimaran. Han vuelto las dudas en torno al gol, el Benzema inofensivo y la orfandad en torno a él.
Si los cañones han mutado en matamoscas arriba, en defensa el cristal ha sustituido el acero. El Levante llegó muchísimo menos que el Celta, pero en su ocasión más nítida hizo añicos la resistencia atrás. Courtois ha perdido sus tentáculos. Sus brazos echándose hacia atrás de manera extraña en el zambombazo de Morales fotografían esa imagen de endeblez, que puede ser un suicidio ante el City y Leo Messi.
La caída del sistema, casi con tintes 'chernobylescos', quedó registrada en la caja negra al minuto 64, cuando Hazard pidió el cambio. Acababa de perdonar un mano a mano y no fue mejor que Isco o Marcelo, pero el antes y el después coincidió con su ostensible cojera al ser sustituido. Fue irse el belga y sobrevenir una parálisis deportiva y anímica en todo el plantel.
Marcelo dejó de ser un puñal, Benzema se desconectó del fútbol, Isco se volvió invisible. En esas, el Levante encontró la senda para entrar al partido de manera arrebatadora y dar un zarpajo irreversible.
José Luis Morales, el 'Comandante', que en los últimos meses parecía descendido a cabo, emergió para dar al Levante una alegría histórica (segundo triunfo en casa ante los blancos) y culminar una tremenda labor de estrategia de Paco López. Aitor fue el escudo bajo palos hasta que el desánimo blanco permitió sacar las armas. El latigazo de Morales, en un zurdazo delicioso, bastó para extraer todo el petróleo del duelo.
Sergio Ramos, en los minutos finales convertido en ariete, dio más sensación de gol que todo lo anterior. El Madrid es el Madrid y, al igual que su segunda derrota liguera dejó claro cuánto se atranca ante los pequeños, se pone su mejor perfume en las grandes noches. Pero ahora mismo comparece a la semana del año con un gran interrogante pintado en la cara.
Tendrá que reponerse a protestas por manos dentro del área y debería no camuflar sus males de serie con el buen juego, porque incluso en los mejores momentos del curso la falta de gol acompañó a los de Zidane. Tiene argumentos para sobrevivir a la falta de gol, aunque la moneda al aire ante el City y el Barça no parece la mejor receta.