El fútbol bebe de la mezcla del presente y de las nuevas oportunidades. O las revanchas. Eso es lo bonito de un deporte que es como un cuento con distintos finales. El Real Madrid devolvió a su realidad meses después a un Shakhtar que ya le amargó en la pasada temporada.
Esta vez el que rio vistió de blanco y multiplicó la devolución del precio que pagó en diciembre del 2020. En el Olímpico de Kiev no hubo sorpresas, aunque el Shakhtar salió con la ilusión de repetir un resultado que se le fue escapando a medida que pasaron los minutos.
Plantaron cara los ucranianos, que no perdieron la fe hasta que ellos mismos se dispararon en el pie. Trubin fue escupiendo las bolas que le lanzó un Madrid que tuvo varios disparos en las botas de Vinicius y de Benzema. Había avisos de castigo mientras el Shakhtar buscaba salir rápido a la contra para aprovechar los espacios.
La vieja guardia se notó en la sala de máquinas. Kroos, Modric y Casemiro volvieron a coincidir desde el inicio y eso le dio una estabilidad con la que fue atando el Madrid en corto al Shakhtar, que ni con la velocidad de Dodô o la garra de Fernando fue suficiente.
Lucas Vázquez colgó un balón desde la banda para Benzema, que se coló entre los dos centrales, y Kryvtsov le regaló el primer gol al Madrid. El capitán metió la pierna para despejar y le hizo una vaselina a su portero que significó el 0-1. Con el jarro de agua fría, a la caseta
Vinicius calló más bocas
La segunda mitad se convirtió en un baile. Ahí sí pasó el Madrid de esa pesadilla a confirmar un plácido sueño bajo el cielo de Kiev. Y con un Vinicius que quiso ser protagonista y salir a hombros del Olímpico nada más salir del túnel.
Recuperó el Madrid, Benzema encaró en la banda, encontró a Modric y el croata le puso un caramelo a Vinicius para plantarse solo delante de Trubin y batirlo con una picadita de balón. Se quedó dormido Dodô, pues rompió lo que pudo ser un claro fuera de juego.
Casi no hubo tiempo para el parpadeo cuando Vinicius se inventó una jugada en solitario digna de una estrella. Aunque el Shakhtar pudo hacer mucho más, sus jugadores prefirieron dejar hacer al brasileño para no jugarse un posible penalti y lo pagaron muy caro. El Vinicius con falta de definición fue en Kiev todo lo contrario. Bicicleta, rotura y a la saca. A ver quién le critica ahora.
Benzema colocó la guinda
En poco más de diez minutos el Madrid lo dejó todo sentenciado. Entre tanto, Pedrinho buscó sorprender a Courtois con un disparo que se perdió por poco, pero fue Rodrygo el que acabó firmando el cuarto. Benzema conectó con Vinicius y este le puso un pase de la muerte a Rodrygo, que llegó desde atrás para fusilar a Trubin.
Courtois también tuvo su noche porque disipó, con paradas de gran talla, toda esa fe de un equipo ucraniano que se fue haciendo pequeño. Benzema quiso unirse a la fiesta. Buscó y buscó como perro de presa hasta que encontró su recompensa.
El francés recogió un buen centro de Asensio, controló y con la derecha se la puso imposible a un Trubin que sufrió la venganza de un Madrid que se impuso en el intercambio de fuerzas y que se subió al liderato del grupo.