Los resultados y la imagen ante Barcelona, Atlético y Ajax habían decretado el estado de felicidad. Incluso la primera mitad contra el Girona. Paseaba al fin por su nube de euforia el Real Madrid. Y sucede que desde ahí las caídas son más dolorosas por inesperadas. Ahora vuelven los nubarrones, al menos pensando en ser campeón de Liga.
La mejoría era clara, todo salía bien. Incluso minutos antes de la tragedia griega. Lucas Vázquez se colaba por el área rival como un enano entre piernas de gigantes. Asensio, renacido, flotaba como una avispa amenazante por la banda. Benzema seguía bailando, Kroos exhibía galones. Hasta Marcelo, muy activo, parecía ser Marcelo de verdad.
Y, para que no faltara nada, regresó el Casemiro goleador. Su vena de '9', la que apareció en momentos míticos como ante la Juventus en la Champions o frenta el United en la Supercopa, apareció para romper el marcador en una de esas asistencias de gol de Kroos que suenan como una pistola con silenciador.
El estado de felicidad permitía al equipo de Solari no conformarse. Y apenas había hecho el 1-0, había más colmillo para ir por el segundo. Benzema fue el que lo intentó con más ahínco. Para no faltar a su cita con el gol ahora que se ha 'cristianizado'.
El Girona también probaba a Courtois. Por entonces, parecía solo alguna fuga aislada consecuencia del cansancio de los últimos días. Luego se revelaría como el aviso de un equipo que nunca bajó los brazos.
Pero todo se escribía desde la sonrisa y la suficiencia hasta el descanso. Ni siquiera se echaba de menos a Vinicius, que tomaba descanso en el banquillo. El peaje de haberse convertido en el nuevo héroe del madridismo.
Eusebio hizo un doble cambio al descanso que sonaba a mensaje desesperado. Pero acabó antojándose un giro clave para dar la vuelta al marcador. Como ocurre con las tormentas tropicales, de pronto todo había cambiado. Y, casualidad o no, desde que entró Vinicius por Lucas Vázquez, el estado de descomposición empeoró.
No solo remontó el Girona, es que avisó antes varias veces. Aleix García falló uno de esos goles que hacen que la estadística de acierto sea del 99% y no del 100%. Pero, cinco minutos después, comenzó el show de Ramos.
Pocos dudaban de que forzaría su segunda suspensión en días para llegar limpio al 'Clásico' liguero. Pero acabó viendo dos amarillas. Una por disfrazarse de portero ante el tiro de Douglas Luiz, luego en la desesperación de rematar de chilena frente a la cara de Alcalá para rescatar al menos un tanto. Pues sí, jugará ante el Barça, pero seguirá apercibido.
Stuani, con las pulsaciones más que bajas, esperó a que Courtois se venciera y empató. Mientras sus compañeros festejaban el empate, Portu se frotaba las manos.
Porque el menudo delantero rojiblanco tomó el timón del choque. Mandó a callar el Bernabéu con un zambombazo a la madera que hizo temblar todo el Bernabéu y hasta el peinado de Solari, que no se creía lo que veía.
De pronto, Asensio no aparecía, Benzema estaba encasquillado, Kroos perseguía sombras por la medular. Y Marcelo, el que intentaba rehabilitarse, volvió a convertirse en su propio enemigo. Porque se quedó mirando cómo el despeje de Courtois ante el 'Choco' Lozano iba a la posición de Portu. El jugador más pequeño en el campo se tiró en plancha para batir a Courtois por el primer palo. El drama se había cocido en apenas diez minutos; un drama 'al dente'.
Solari, cortocircuitado, acumuló delanteros intentando invocar de nuevo el 'hype' de la última semana. Pero siempre estuvo más cerca el 1-3 que el 2-2. Salvo en un plástico cabezazo de Courtois en la última acción del partido. El belga rozó pasar a la gloria con un remate que no habrían mejorado Benzema, Mariano o Bale. El galés, por cierto, acumuló otra participación fantasmagórica.
Suena extraño, pero tan merecedor fue el Real Madrid del triunfo como incuestionable la remontada gerundense. Todo a la vez en un partido que cambió como un cubo de Rubik.
El Girona dio un brinco tremendo hacia la permanencia, el Madrid se pegó un batacazo terrible al caerse desde su nube. El título vuelve a estar negro. La Copa y la Champions pueden enmendar el accidente o confirmar la salida de la carretera.