El Málaga, que ha estado especializándose en las últimas jornadas en golpear y resistir, vuelve a hacerlo, esta vez sin premio. El Mirandés dominó mayormente en La Rosaleda y mereció una victoria que se le resistió a pesar del asedio a la meta de Soriano.
El guardameta, que entraba de nuevo al once por Dani Barrio, estuvo correcto, aunque falló cuando más se le necesitaba. En el tanto del empate que hizo Jirka gracias a un gran pase de Iván Martín, no cubrió bien su palo. Tampoco ayudó el hueco que dejó a su espalda Juande al ir a presionar a un rival. Es un error recurrente en la zaga blanquiazul.
Antes de que llegara ese gol, todo iba bien para los de Pellicer. Salieron animados, dominantes y se adelantaron con una contra perfectamente ejecutada. Hubo suspense por la intervención del VAR, que confirmó al colegiado que Matos no estaba en fuera de juego para asistir a Jozabed. El '19' definió a las mil maravillas de primeras.
Y tuvo la pólvora que le faltó al Mirandés en sus largos periodos de dominio. Moha insistía sin éxito, Jirka era un quebradero de cabeza fuera quien fuera que le defendiera y Moreno, que protagonizó destellos de calidad, se vio demasiado preso de los tres centrales blanquiazules. Atrás, Víctor Gómez hizo un partidazo tanto en defensa como en sus subidas surtiendo balones.
La línea del técnico local dio seguridad atrás para aguantar el aluvión de llegadas 'jabatas'. En los carriles, Calero hacía un buen trabajo que iba de más a menos. Donde más cortocircuitaba el esquema era arriba, donde Caye Quintana echaba en falta la presencia de Chavarría.
De ahí que Pellicer cambiara casi al completo la sala de máquinas cuando los suyos sufrían más. Luis Muñoz, Ramón -y también Chavarría- ingresaron para reactivar al Málaga y, en parte, lo lograron, pero, ya fuera por justicia poética o por falta de acierto, tampoco llegó el gol en sus ocasiones -bastantes menos que las mirandesas-.