Suficiencia, poderío, elegancia. El Mallorca puso bonito su liderato en casa sabiéndose superior al Castellón y hasta relajándose en ocasiones. Victoria que mantiene a los de Luis García una semana -o jornada, lo de una jornada por semana pasó a mejor vida- más en lo más alto de Segunda y deja a los de Óscar Cano al borde del descenso.
Lo de los bermellones fue un triunfo con casi todas las letras. Lo que se le puede reprochar al equipo es que permitió jugar a su rival cuando se veía cómodo con ventaja. Aparte de esto, la actuación, más que actuación, fue una exhibición en ataque y defensa.
Abdón volvió a reivindicarse, por si todavía hay alguien con dudas sobre él, con un doblete de delantero goleador. Abrió la lata bajando de pecho y mandando a la red con la diestra un envío preciso de Febas e hizo el 3-0 empujando a la red un pase raso de Mboula en el área.
Pero la diana del día fue la segunda. Febas filtró la bola a los dominios de Álvaro Campos con un toque sutil, Mboula lo convirtió en arte de tacón y Salva Sevilla lo expuso con un remate de primeras que fue el cierre perfecto a una jugada de museo. Fútbol de salón.
El Castellón, a remolque, ciertamente inferior en calidad, peleó con honor y aprovechó todo espacio que el Mallorca dejó. Y dejó unos cuantos. Cuando los de Luis García se veían por encima y con margen, bajaban un poco el ritmo y confiaban en Valjent y Russo, acertados al corte casi siempre.
A ese casi se agarraron los de Óscar Cano, que tuvieron varias oportunidades para marcar un gol que acabó siendo del honor por obra de Satrústegui. El central marcó de cabeza tras un centro de falta de Víctor García el tanto que premió la bravura de los suyos. Antes, Arturo Molina, Víctor García o Rubén Díez lo intentaron; después, Jordi Sánchez no pudo hacer más entretenidos los minutos finales. La valentía, aunque mejora las sensaciones, no tiene por qué valor por puntos. El equipo queda al borde del descenso.