Era un partido a tumba abierta el que se vivió en Vallecas. Todos los presentes en el estadio eran conscientes de que un empate les hundía un poco más en un pozo del que cada vez es más difícil salir.
Fue el Rayo Vallecano el que se hizo con el dominio del partido. Como si el temple se hubiese hecho dueño de la plantilla de Jémez, poco a poco fue llegando al arco de Santamaría cual ejército camino de la batalla de Minas Tirith.
Las hordas de Jémez insistieron una y otra vez apoyado en las bandas. Álex Moreno volvió a hacerse cargo de todo el carril zurdo, volviendo a su posición natural, y volvió a sorprender a las defensas rivale.s
Solo la causalidad de las ocasiones falladas impidió al conjunto madrileño marcharse con ventaja al descanso. Raúl de Tomás, Bebé, Embarba y, especialmente, un Pozo que mandó al palo un tiro más fácil que un penalti.
Cantó gol Vallecas al inicio de la segunda mitad. Marcó Raúl de Tomás en el área chica, pero el VAR, esa herramienta que hace más justo el fútbol, le anuló el tanto por un fuera de juego de Embarba en la salida de balón.
La entrada en el verde del 'Cucho' Hernández cambió las tornas del partido. El Huesca paso de ser el dominado a ser el dominador. El Rayo empezó a temblar, viendo esta vez más cerca la derrota que la victoria.
Con el paso de los minutos, el Huesca rondó con mucho peligro el área de Alberto García. Se hizo gigante un portero que había perdido su sitio pero que ha acabado cayendo de pie en la recta final de la temporada.
Pero solo viendo los últimos minutos se explica por qué tanto el Rayo como el Huesca están en las últimas posiciones. Nadie se puede explicar cómo un partido con tantas ocasiones acabó sin goles en el electrónico.
Y es que, cuando más hace falta, cuando los nervios afloran más, es cuando se hace la portería más pequeña. El pitido final decidió el destino de los dos equipos, conscientes de que han dado un paso hacia Segunda División, dejando escapar tres puntos de oro.