El Molinón cenará otra vez impotencia

Llueve sobre mojado en Gijón. El año pasado, el objetivo del ascenso quedó pronto sepultado por un sinfín de dudas. Hubo un arreón final que permitió soñar con Primera que se quedó en nada, aunque se consideraba que podría invocar una campaña mejor. El inicio, desde luego, no alienta a eso. 

Otra igualada dejó un paso de tortuga para los rojiblancos, otro de los aspirantes que sigue coqueteando con la zona de descenso, como el Málagas, Las Palmas o Deportivo. Mucho mejor poso dejó para los visitantes el 1-1. Porque hubo que ir a remolque y porque confirma una mejoría competitiva. 

La película del partido invitó a otra cosa en la primera acción del choque, cuando Luca Zidane, muy destacado toda la tarde, dejó con las ganas del primero a Djurdjevic. El protagonismo del Sporting tuvo un aviso por parte de David Rodríguez tras centro de Yoda e indecisión de la zaga local. 

Todo cambió a cinco minutos para el descanso, cuando Nacho Méndez rompió el 0-0 con un tremendo zapatazo, casi imparable. Golazo y ventaja para dar, de paso, un buen mazazo anímico a sus vecinos. 

El partido estuvo más trabado en la segunda mitad. Ese escenario sonó mejor para el Racing, que no le perdió la cara al choque. Yoda recogió los frutos en el minutos 70, aunque mucho debió agradecerle a Nico Hidalgo, que dibujó una acción previa preciosa. 

Volvieron los nervios en los locales, se asentaron los cántabros. Sin embargo, los minutos finales fueron continuas monedas al aire. Primero la tuvo Pablo Pérez, pero otra vez Luca Zidane se salió. Luego Lombardo tuvo un 'hat trick' de oportunidades: una que le quitó Molinero, otra en acción individual y una falta bien tirada (y que supuso la roja a Iván Ania por protestas) tras la que llegó el pitido final.