Podrían ser muchas las instantáneas elegidas. En estos casos el debate está abierto. La actitud limpia de los japoneses, la celebración de Macron alocada. La desesperación de Sampaoli en los banquillos, los contragolpes de Bélgica... Pero he aquí un recopilatorio que pretende aunar lo significativo de la imagen y el mensaje.
Francia cosió la segunda estrella a su pecho. Tras una final con más goles que fútbol. Es una lectura también aplicable al resto del Mundial. Planteamientos algo rácanos y partidos sin mucho espectáculo fueron la tónica.
En ese escenario, el combinado de Dider Deschamps supo manejarse mejor que nadie. Nadie podrá decir que su fútbol dio continuidad al 'tiki-taka' de las últimas campeonas, España y Alemania, pero tampoco le podrán discutir que fue un método infalible hasta el triunfo final.
Será recordado, cómo no, el primer gran torneo con videoarbitraje. Su uso despertaba expectación y polémica a espuertas. Durante la fase de grupos se reveló como una gran ayuda. Y restañó más de lo que estropeó. Eso sí, a los croatas les quedó un poso final muy feo por lo que consideraron un agravio comparativo en su utilización.
Curiosamente, una acción a favor de Francia fue tanto el primer como el último uso del VAR: del penalti pitado ante Australia al que sirvió para hacer el 2-1 contra Croacia en el encuentro definitivo.
La campeona del Mundo hizo uno de los mayores despropósitos que se recuerdan. En un grupo pintirado para pasar como primera de grupo, acabó apabullada y hasta última de grupo tras el último descalabro contra Corea del Sur.
Por primera vez en su larga y exitosa historia, la Selección Germana cayó eliminada en la fase de grupos.
Diego Armando Maradona no jugaba, pero nunca falla en los estadios del Mundial. Siguiendo a la 'Albiceleste', el ex futbolista argentino dio la nota en las gradas. Tanto en sus intentos para alentar a Messi y los suyos como siendo protagonista por otros hechos menos amables que incluso le llevaron a precisar asistencia médica.
No hubo muchas jugadas dignas de elogio. Pero en octavos de final Kylian Mbappé, el mejor jugador joven del torneo, dejó una para el recuerdo. Seguramente, la mejor de todas.
Ocurrió con una cabalgada en la que se disfrazó de Ronaldo para recorrer más de la mitad del campo y forzar un penalti que luego transformaría Griezmann.
Muchos futbolistas tuvieron el infortunio de ver cómo introducían un gol en su propia portería. Desde los primeros partidos hasta la misma final, la mala suerte se cebó más que nunca. Fue, de hecho, el Mundial con más autogoles de la historia.
Por ello, ver a jugadores, algunos de ellos muy veteranos, llorando fue una de las tónicas de la competición.
Neymar quería reivindicarse ante el Mundo en Rusia y acabó en la otra orilla. A su falta de protagonismo para liderar a Brasil y su incapacidad en el partido en que Bélgica les eliminó se une su imagen de jugador teatrero.
El delantero del PSG acabó el Mundial muy señalado por sus bajas prestaciones y por una fama que ya tenía anteriormente pero más amplificada y que le amenaza para el futuro.
Croacia se ganó el corazón de los seguidores del Mundial a base de casta y pelea. Fue más talentosa en la fase de grupos. Sin embargo, el empuje le guió en las eliminatorias. Acumuló dos tandas de penaltis y tres prórrogas seguidas.
Esos partidos interminables de los de Zlatko Dalic se quedan como imágenes icónicas de Rusia.
El Mundial se quedó con las ganas de que el cara a cara entre Messi y Cristiano Ronaldo diera más de sí. El cuadro les habría deparado un enfrentamiento en cuartos de final. Pero ambos cayeron antes de lo previsto y no se pudo ver el cruce tan deseado.
Al menos, el luso lució más en la fase de grupos. Tiró de su selección ante España, con un 'hat trick' muy comentado en el partido inaugural, y pronto se postuló como serio candidato a la Bota de Oro. No obstante, Portugal le añoró en el duelo contra Uruguay.
Más pírrico fue el bagaje de Messi, quien se marchó con un gol y un penalti fallado. Le costó bastante liderar a los suyos (quienes tampoco le ayudaron especialmente). Se volvió a casa triste y con un buen arsenal de críticas.