Cuando ya no hay nada en juego y encima los objetivos están por otro lado, es lo que tiene. Atalanta y Parma dejaron un encuentro extraño, parsimonioso a ratos, pero donde los de Gasperini volvieron a sacar su garra a través de un genio como el Papu Gómez.
Al fin y al cabo, los de Bérgamo ya no tienen opciones de título y tienen la próxima participación en la Champions asegurada. Pero ahí está el honor por el segundo o tercer puesto, donde mantienen el pulso con Inter y Lazio; lo que no quita 90 minutos con lo justo pero con esos fogonazos letales que les catacterizan.
No obstante, sin una excesiva intensidad arriba, ya conocemos al Atalanta atrás. Y eso lo castigó de entrada el Parma, que antes del descanso se adelantaba en una acción larga de Gervinho, que entre la pasividad llegó al área, cedió a Kulusevski y el cedido por la Juve remachó ante Gollini tras el enésimo rebote.
Sí mejoró la dinámica en la segunda mitad, donde ambos equipos dejaron algún que otro ida y vuelta. Especialmente a raíz del empate, producido por el enésimo despropósito del encuentro. Esta vez, en una falta lanzada por Malinovskyi que atravesó de forma incomprensible la barrera de papel que colocó el Parma.
Con todo abierto y parecía que condenado al empate, ahí apareció el componente imprevisible del Atalanta. El Papu Gómez recibió en la zona media del campo y en un visto y no visto, con una electricidad prodigiosa, abrió en canal al Parma para plantarse en la media luna y sacarse, previo caño al defensor, un zapatazo con la zurda que ni alcanzó a ver Sepe.
Ganó así el Atalanta, al que le valió ir a medio gas para deshacerse de un Parma asentado en la media tabla y sin aspiraciones europeas. Con el 'Scudetto' sentenciado, Europa también y el descenso a punto, solo estas individualidades ponen algo de picante a un final de Serie A descafeinado.