Jamie Vardy vivió su partido más amargo desde que llegó a la fama hace ya casi dos años. El atacante inglés no dispuso de ninguna oportunidad y se perdió entre mil y una carreras frente a la ordenada defensa del Atlético de Madrid en el Calderón.
Habituado a tener al menos una ocasión por partido -y meterla, generalmente-, el inglés tuvo que sacrificarse como el resto de sus compañeros y no entró apenas en contacto con el balón.
Dos pases intentó el ariete y ni tan siquiera llegaron a su destino, en tanto que intentó sacar un par de saques de esquina que tampoco llegaron a buen puerto.
Un partido para olvidar y que precisamente Vardy nunca borrará de su mente. Aunque espera que, al menos en la vuelta, su sacrificio defensivo del Calderón pueda servir de algo.