Ser portero no es nada fácil. Es la posición más desagradecida del campo, en la que más se notan los errores, y al futbolista que se castiga sin piedad. Porque si un día un delantero no es titular es que se está rotando, pero si se sienta a un portero es que algo malo pasa.
Pero vayamos a lo que nos importa. El Leher TS se enfrentó al Köln en treintaidosavos de la DFB Pokal. Era el premio para este modesto equipo del norte de Alemania, tras convertirse por sorpresa en campeones de la Copa Regional la pasada temporada.
Ellos soñaban con que el Bayern visitase Lehe, pero fue el Köln. No estuvo mal tampoco el cruce, el quinto de la pasada Bundesliga, ni más ni menos.
El cómo llegó aquí es una de esas historias que nos encantan. Como todo equipo más aficionado que profesional, los futbolistas del Leher compaginan el fútbol con un trabajo con el que realmente se ganan la vida.
Marco Theulieres trabaja en los puertos, y eso se ve a simple vista en su físico imponente. Pero no fue trabajando como se lesionó. Porque esta historia incluye ese punto de suspense y drama que tienen las mejores.
El día antes de enfrentarse en la gran final, a su escala claro, al Bremer SV, Marco se rompió un dedo entrenando. No importó. Jugó igualmente.
El favorito era el Bremer. Nadie se explicaba cómo el Leher había llegado tan lejos, y nadie en su sano juicio iba a apostar que ganaría en la final al equipo que en Liga les ganó 9-0 y 1-6.
Pero no sólo en esta ocasión el Bremer no arrolló al Lehe, sino que terminó mordiendo el polvo, y gracias a Marco. El partido terminó en empate y se decidió por penaltis. ¿Hemos dicho que tenía un dedo roto?
Y nuestro héroe se puso la capa y dio lo mejor de sí. Veinte penaltis se lanzaron, y Marco detuvo dos de los 10 que le chutaron. Es más, se animó a lanzar uno, y se lo marcó al portero rival, algo que enfureció visiblemente a éste.
Su alegría, tras detener el segundo, estaba más que justificada. Si marcaban, eran campeones. Y marcaron. Tocaba celebrarlo, y más aún por el hecho de jugar la DFB Pokal este año. Y todo eso, con un dedo roto. Bárbaro.
El Köln les ha arrollado (0-5), y Marco ha encajado gustoso esos goles. ¡Poco importa! Podrá decir este lunes en el muelle que se enfrentó a Córdoba, Bittencourt o Jonas Hector. Y que les detuvo algún disparo.