Maradona y el fútbol es una bella historia de amor. Maradona y el banquillo, una pesadilla disfuncional crónica. Su experiencia es limitada, y sus éxitos, inexistentes. Pese a todo, donde va, triunfa, como el famoso refresco.
No llevará al equipo a grandes cotas, pero sí le da un nombre por asociación al suyo. Al menos por un tiempo. Quizá sea eso lo que pase en Dorados de Sinaloa, o quizá en Culiacán el '10' encuentre la inspiración perdida.
Es la primera vez que Maradona se sienta en un banquillo de México, pero podría ser la segunda. Hace una década, antes de ponerse al frente de la Selección Argentina, Necaxa le quiso en su banquillo, cuenta 'Récord'.
Necaxa llevaba apenas un lustro en Aguascalientes (los 'Rayos' eran un club de México DF hasta 2003), y el entonces gobernador del estado, y presidente del club, Luis Armando Reynoso Femat, pensó en Maradona para dar lustre al equipo.
Pero el fichaje nunca se dio. Maradona recibió la llamada de su amada Argentina, la oportunidad de su vida: dirigir a la 'Albiceleste'. Un tren de esos que pasan una vez en la vida, y Diego lo tomó.
Fracasó, sí. Se puso al frente de Argentina con sólo cuatro meses de experiencia en los banquillos, obtenida en dos ratos durante sus sanciones por dopaje de los añso 90.
Pero Maradona quería demostrarse a sí mismo que había cambiado, que había renacido, que aquel hombre que a punto estuvo de morir unos pocos años antes por culpa de sus múltiples vicios era cosa del pasado.
Algo similar a lo que ha ocurrido hoy en día, pero esta vez sí, aceptando la llamada de México.