El PSG tenía que ganar, y solo entonces mirar a ver qué había hecho el Lille. E hiciera lo que hiciera el líder, la Ligue 1 se decidirá en la última jornada. El partido ante el Stade de Reims se le puso de cara muy pronto a los parisinos, quienes no desaprovecharon el regalo de Clément Turpin.
No sufrió el PSG. No hubo sitio para la sorpresa. El Stade de Reims se quedó con diez muy pronto y, además, insistió en darse de cabezazos contra un muro, regalando la victoria a su rival con sus malas decisiones.
Pero sin duda el partido habría sido otro si Clément Turpin no hubiera dejado con diez al Stade de Reims en la acción del penalti del 1-0. Porque optó por expulsar con roja directa a Abdelhamid, a los 13 minutos.
El problema es que, efectivamente, cortó claramente con la mano el disparo de Mbappé, a puerta vacía, pero lo hizo mientras se deslizaba sobre el césped tras tirarse a tapar a la desesperada el hueco.
Aquello, que en otras circunstancias no es siquiera mano, aquí el colegiado lo castigó con penalti y expulsión. Y el Stade de Reims no protestó lo primero, pero vaya si se quejó de lo segundo. Ni algunos del PSG parecían antender la decisión del colegiado, pero quiénes eran ellos para llevarle la contraria, claro.
Neymar, con su habitual forma de lanzar los penaltis, tediosa y lenta hasta la náusea, engañó a Rajkovic y encarriló el encuentro. No hubo cambios que arreglasen el boquete, pero la puntilla se la metió el PSG al Reims por culpa de su propia testarudez.
Porque el PSG, pese a jugar con el freno de mano echado, creaba gran peligro con cada llegada, y presionaba a su rival. Y este se empeñaba en salir con el balón jugado desde atrás. Como resultado, Foket regaló el balón a Mbappé y en el 24' ya se puso el PSG 2-0.
Ese gol mató el partido. No se jugó a absolutamente nada en la más de una hora que le restaba al encuentro. El descanso llegó, y tras él un anodino segundo tiempo salpicado por las habituales llegadas de los parisinos, ante la incomparecencia lógica de un rival sin nada en juego y que además pierde y juega con uno menos.
Hubo ciertos momentos, porque, erre que erre, el Reims seguía queriendo jugar en corto desde atrás, pero el PSG le perdonó la vida. Porque Neymar, Mbappé y compañía querían hacerlo bonito, y como consecuencia perdonaron no pocas ocasiones de gol.
Quien no perdonó fue Marquinhos, en el 68', al rematar de cabeza sorprendentemente solo un córner botado por Neymar.
Solo en la recta final, con el PSG ya relajado y con la mente puesta en la final de Copa, paso previo a la final de Liga de la última jornada, el Stade de Reims hizo algo parecido a amenazar la meta rival. Y ni siquiera.
El PSG hizo los deberes. Ganó, y como el Lille empató sin goles ante el Saint-Étienne, todo se decidirá en la última jornada. El PSG está a un punto del líder y el Mónaco, que también ganó, a tres. Y cualquiera puede ser campeón. Más emoción, imposible.