0-2 y a otra cosa. El PSG se plantó en tierras pirenaicas a lo funcionario: fichó, hizo su trabajo y se fue. Los parisinos se impusieron por un quizá corto 0-2 ante un Pau de Tercera División al que no le faltó ni un ápice de dignidad.
El Stade du Hameau fue una fiesta desde el minuto uno al 90, porque la ilusión del humilde es inagotable. El escenario, con capacidad para unos nada desdeñables 18.000 aficionados, estuvo absolutamente abarrotado y disfrutó con un equipo que quiso plantar cara con sus argumentos.
Lo cierto es que al PSG le costó entrar. Los de Thomas Tuchel buscaban su sitio ante un rival tenso y atento que buscaba las carreras de Kamissoko al espacio, pero el paso de los minutos fue asentando al cuadro parisino sobre césped hasta que llegó el gol.
En el 25', Paredes bajó un rechace dentro del área y voleó con la zurda para adelantar al PSG, que no se conformó y apretó en busca del segundo. Kurzawa tendría otra clara, aunque el marcador no se movió hasta la segunda mitad.
El segundo de los parisinos llegó en el 50', obra de Sarabia. Icardi recortó dentro del área, cedió atrás y el primer disparo del español se estrelló en un defensa, pero llegó para cazar el rechace y empujar.
Esto permitió jugar con más tranquilidad a un PSG claramente a medio gas y sin sus estrellas (desde el banquillo miraba entre risas Mbappé). Esto estuvo cerca de costarle un par de sustos por mediación de Jarju y Kamissoko, que se llegaron a plantar solos ante Sergio Rico. Solo los defectos técnicos en el control permitieron que llegaran los zagueros para rebañar.
Con el pitido final, más fiesta en el Stade du Hameau, que celebraba el dignísimo papel de los suyos ante un Paris Saint-Germain que ya está en los cuartos de final de la Copa de Francia.