El Qarabag fue noticia hace un año por su enfrentamiento con el Arsenal, motivo por el cual el armenio Henrikh Mkhitaryan declinó viajar a Azerbaiyán. Eso, unido a alguna que otra gesta deportiva (los dos puntos que sumó ante el Atleti en la Champions de 2017-18), colocaron al modesto Qarabag en el mapa.
Pero el Qarabag no juega en el Nagorno-Karabaj, la región de la que es originario. Desde 1993, por el conflicto surgido años atrás entre Azerbaiyán y Armenia en la región, el Qarabag juega lejos de su hogar.
Era un club azerí en una región de mayoría étnica armenia, independiente 'de facto'. Cuando la situación ya era insostenible en la ciudad de Agdam, el club se mudó a Bakú, pero matuvo el nombre de su lugar de origen.
Porque el Qarabag ha hecho todo lo posible por no ovlidar sus raíces. Aunque hoy Agdam es una ciudad fantasma (está deshabitada por la guerra, solo quedan ruinas de lo que fue), el Qarabag sueña con volver a casa.
Y lo más parecido, hoy en día, es la localidad de Quzanli, la población más próxima a Agdam que sigue en pie y que está bajo control azerí. Por ahora, es un sueño. El Qarabag sigue afincado en Bakú.
El Qarabag es, además, conocido como 'el club de los refugiados', por ser quizá el más sensible al respecto del conflicto en el Nagorno-Karabaj. De hecho, es habitual que fleten autobuses para que los aficionados de la región de Agdam puedan acudir a Bakú a ver los partidos de su equipo.
Este atípico rival será el primero al que se enfrentará el Sevilla en su camino por recuperar el trono de la Europa League. Un rival al que algunos llaman 'el Barcelona del Cáucaso', y al que conviene no subestimar.