No hay manera de que las personas nos convirtamos en gente civilizada. Una persona de color es un ser humano al igual que aquella que no es de color.
Si esto lo aplicamos al fútbol, hay jugadores que por su condición han tenido que escuchar insultos obscenos contra él y encima han tenido que callarse, aunque algunos no tanto.
Ha habido aquellos que se han atrevido a alzar la voz después de ver a más de un aficionado echar pestes por la boca por ser únicamente de color.
Lamentablemente, el racismo se ha colado en el planeta fútbol y es difícil poder acabar con una lacra que sigue provocando daños a los seres humanos.
En Italia, Lukaku, recién llegado al Inter, ha vivido en sus carnes insultos y gritos de mono. El belga lo vivió en Cagliari y luego encima un comentarista le vaciló diciendo lo siguiente: "La única forma de parar a Lukaku es darle diez plátanos para comer".
Pero esto no es nuevo porque Matuidi y Moisse Kean ya lo sufrieron en abril de 2019 en Cagliari. En aquella ocasión, el ahora jugador del Everton se paró delante de los que se burlaban de él tras marcar un gol.
Si nos vamos a Inglaterra, Pogba y Tammy Abraham han estado en el disparadero por parte de sus propios aficionados.
Curiosamente, los dos fallaron un penalti y los hinchas no se lo perdonaron. El francés no acertó ante el Wolverhampton, mientras que el futbolista del Chelsea erró la pena máxima en la Supercopa de Europa.
Danny Rose, Sterling y Callum Hudson-Odoi también fueron víctimas de racismo en su visita a Montenegro con la Selección Inglesa y la UEFA tuvo que entrar de oficio.
En Alemania, el que era hasta hace poco presidente del Schalke 04, Clemens Tönnies, no se cortó ni un pelo a la hora de hablar del calentamiento global. En lugar de plantearse subidas de impuestos para destinarlos a la lucha contra la crisis climática aseguró que deberían construirse en África veinte centrales energéticas y "así los africanos dejarían de talar árboles y de producir niños cuando oscurece".
A pesar de haberse disculpado, el propio mandatario alemán decidió tomarse un permiso de tres meses y dejó su cargo en manos de Josef Schnusenberg.
Hay más ejemplos como estos en el mundo del fútbol y esto hay que pararlo ya de una vez. No hay que discriminar ni perseguir a otros grupos étnicos. Somos personas y no animales.