El Rennes puede presumir orgulloso de haber vencido en el derbi bretón ante el Nantes. En la traca que fue la segunda mitad del encuentro, consiguió llevarse en gato al agua y acabar dejando atrás a sus acérrimos rivales por 3-2 en un tramo de duelo loco.
La primera parte pertenció a los locales, que eran los que estaban poniendo la presión y las llegadas peligrosas en el área rival. Los 'canaries' solo podían defenderse ante la superioridad de sus contrincantes, aunque probaron suerte con alguna que otra contra.
Hubo que esperar al segundo acto para presenciar un toma y daca tremendo que acabó con heridos por todas partes. Fue el Rennes el que quedó en pie y con vida para llevarse tres puntos que bien podrían haber caído del otro lado del enfrentamiento.
El petardazo de salida a la guerra sin cuartel lo dio Da Silva con un gol en propia puerta tras un centro a la olla por parte del Nantes. Se vinieron unos compases de mucha insistencia por parte de los locales para tratar de buscar el empate y lo acabaron encontrando.
Fue en las botas de Raphinha, que pilló un balón en el área contraria y lo mandó al fondo de las mallas sin pensárselo dos veces. Quedaban solo 20 minutos y todo estaba abierto. El siguiente directo a la mandíbula lo propinó Moses en una contra de libro.
Pero, en el tiempo añadido, se vino la épica para el Rennes. Nada más y nada menos que en el 95' firmó el empate Bourigeaud con un zapatazo desde su casa. Literalmente en la siguiente jugada, Raphinha puso el 3-2 final e hizo que las gradas estallaran en delirio.