En San Mamés pueden estar la mar de contentos, hay un equipo fiable en Bilbao, un conjunto reconocible que es capaz de adoptar distintos sistemas según el partido y el rival.
Las dos últimas jornadas han reflejado la capacidad de mutación que tiene el equipo de Garitano, que normalmente suele ser dominador de los partidos. Tanto en el Bernabéu como en el Pizjuán ha sido capaz de salir ileso adoptando un rol radicalmente secundario.
El Sevilla no pudo derribar el muro bilbaíno. Lo intentó, eso sí, pero de nuevo se vio demostrada la falta de gol de los de Lopetegui, ya que estaríamos hablando de una victoria visitante de no ser por el tanto en propia puerta de Núñez.
Año Nuevo y mismos problemas para el Sevilla, que ha repetido la imagen dejada ante el Villarreal en la última cita en el Pizjuán. Los jugadores muestran una gran cohesión en todas sus líneas, pero pasan por demasiadas dificultades para generar con el resultado en contra.
Y, en este sentido, el precioso tanto de Capa dejó descolocado al Sevilla. Cumplido el primer cuarto de hora, el lateral diestro, que regresaba al once tras su periplo de sanción, controló el esférico y colocó el disparo al palo.
La conexión argentina Banega-Ocampos levantó por momentos al Sevilla ante la incomodidad que generaba la defensa de cinco del Athletic. Una zaga bien complementada con la entrada de Núñez, un experimento que ya funcionó bien frente al Real Madrid.
Tras el descanso, el cambio del Sevilla fue notable. Al minuto de juego, el 'káiser' del Athletic, Íñigo Martínez, se vio obligado a sacar en línea de gol un disparo de Munir, que actuó de '9' referencia hasta la entrada al campo de De Jong.
El holandés, igual de desafortunado con el gol que siempre, aportó presencia en el área rival y fue capaz de sellar a los tres centrales de Garitano. A raíz de ello, el Sevilla logró contactar más con sus bandas, especialmente por la de Navas, homenajeado antes de comenzar el choque por su partido 500 como sevillista.
Tanto fue el cántaro a la fuente que, de forma involuntaria, se acabó rompiendo. Y es que Núñez no pudo evitar empujar el balón a su portería en un buen centro de Ocampos. De Jong se relamía; el Pizjuán estalló con el empate.
La reacción hispalense, sin embargo, no terminaría de llegar con el 1-1. El Athletic se vio encerrado, pero poco más. Aunque, finalmente, Diego Carlos tuvo la remontada en sus botas. El laberinto de Garitano funcionó de nuevo y el Sevilla se atragantó con las uvas de los 'leones'.