A veces, en el fútbol, se sobredimensiona mucho todo. Un -gordo- error humano del colegiado principal, De Burgos Bengoetxea, ralentizó el final de un choque igualado. Por el motivo que fuera, el derbi no llegó de primeras hasta los cuatro minutos de prolongación, que era lo estimado, y a partir de ahí se armó la marimorena.
Tras ser avisado tarde por sus asistentes, De Burgos Bengoetxea tuvo que dar un paso atrás y corregir su decisión inicial. Todo ello, con los jugadores del Sevilla ya casi en zona de vestuarios y sin sus vestimentas para jugar. Lo más difícil, que ellos volvieran al campo para disputar el minuto que restaba. A los árbitros se les perdona poco los fallos.
Pero claro, si a toda esa polémica le añadimos lo ocurrido en el principio de encuentro, es entendible que más de un aficionado se haya podido marchar con la sensación de que De Burgos Bengoetxea ha tenido demasiado que ver en este interesante derbi andaluz. El Sevilla se lo llevó y sigue la estela de los líderes, pero el Granada se queja -y sus razones tienen-.
El Sevilla, desde el comienzo, se mostró serio y en sus versiones más solventes en un choque complicado. Porque el Granada no baja nunca los brazos. Rozando los puestos de Europa pero con los deberes hechos, el cuadro de Diego Martínez, que vivió un partido especial por su regreso al Pizjuán, estuvo a punto de rascar algo de uno de los estadios más complicados de España.
Comenzó amenazando el Papu Gómez con una volea desde la frontal que se marchó alta por poco. En el 11' llegó la primera polémica: un gol anulado a Puertas, que conectó con potencia una buena asistencia con la testa de Yangel Herrera. Lo que señalaron, falta del venezolano en el salto con Acuña. Una jugada muy interpretable, ya que la acción fue limpia aunque con más fuerza de lo normal, y era la única manera de que alcanzara ese balón.
Y para más inri, cuatro minutos después de ese gol anulado, penalti un tanto dudoso sobre el Papu Gómez por una jugada en la que Gonalons estuvo excesivamente lento, a pesar de que el contacto es bastante leve. Rakitic cogió el testigo de Ocampos, errático en los últimos lanzamientos, y el croata estrenó el marcador tras batir a Rui Silva, que a punto estuvo de pararlo.
Con el 1-0 en el electrónico, todo fue más rodado. El Sevilla se hizo con la posesión y el Granada mantuvo la compostura para tratar de llegar vivo al final del encuentro, consciente de que un segundo tanto en contra era una losa difícil de levantar. Durante el primer tiempo, guion favorable a los de Lopetegui y otro posible penalti sobre De Jong en una pugna con Germán.
El descanso llegó con el 1-0 para el Sevilla, que trató de apoyarse en las bandas para romper la muralla defensiva nazarí. Y el segundo tiempo comenzó de la mejor manera, con el zarpazo de Ocampos en una fenomenal asistencia del Papu Gómez. Parecía que el conjunto hispalense encarrilaba el duelo, pero el Granada no dijo su última palabra.
Con más corazón que cabeza, el Granada se fue arriba en busca del gol que le diera opciones de puntuar y favorecer el objetivo de Europa. Y encontró esa chispa para la esperanza con el 2-1 de Soldado de penalti, después de que Acuña tocara, de espaldas al balón, un cabezazo del veterano ariete español. Otra acción para debate.
Nunca terminó de sufrir el Sevilla y ver en peligro la victoria, ya que ese gol granadino llegó en el 90' y quedaba poco tiempo. Pero entonces llegó el 'show' de De Burgos Bengoetxea y, tras detenerse durante unos minutos, los de Lopetegui pudieron celebrar un triunfo extraño pero no por ello menos importante para seguir soñando por esta Liga loca, loca, loca...