Todo empezó como una iniciativa para recaudar fondos para poder tener un equipo de sonido y ha derivado en unas de las normas disciplinarias más estrictas del mundo del fútbol.
Un sistema de multas del que no se libra nadie, ni jugadoras, ni cuerpo técnico ni visitantes ocasionales. Todas las normas, eso sí, son autoimpuestas por las jugadoras.
Las futbolistas no pueden usar el teléfono móvil durante las comidas, ni desde el momento en el que se dirigen a entrenar hasta que se duchan. Con los partidos pasa igual.
Por cada falta en el código de conducta, la infractora en cuestión debe pagar 50 pesos, lo que supone un euro más o menos.
Una de las multas más altas de la historia de combinado nacional la ostenta Mauricio Macri. El presidente de la nación tuvo que pagar 500 pesos por retrasar un día su visita y hacer cambiar la rutina de las jugadoras, de acuerdo con lo recopilado por 'AS'.