Solo hubo un color, el amarillo de la segunda equipación del Barcelona. El Nápoles puso de su parte para dar espectáculo en Míchigan, pero los de Ancelotti no dieron la talla.
Los primeros minutos no hacían presagiar la goleada que íbamos a presenciar. Barça y Nápoles disfrutaron de ocasiones alternas, pero poco a poco los azulgrana se hicieron con el dominio del balón y monopolizaron las ocasiones de gol.
Suárez estuvo escoltado por Griezmann y Dembélé, y entre los tres generaron gran peligro sobre la meta de Meret, pero no tuvieron acierto, hasta que lo tuvieron.
En torno a la media hora de juego el Nápoles adelantó sus líneas y el Barcelona volvió a sentir la presión del rival, pero no tardaron los de Valverde en hacerse de nuevo con el dominio claro del balón.
El Barcelona se fue al descanso sabiéndose netamente superior a su rival, pero habiendo sido incapaz de marcar ni un gol. Parecía cuestión de tiempo que este llegase, pero nadie esperaba que cuando lo hiciera, fueran a pares.
Eso sí, la útlima del primer tiempo fue para el Nápoles. Piqué falló a la hora de cortar un centro al segundo palo y al Barça le salvó que Fabián no se esperaba que le fuese a llegar el balón, por lo que su remate resultó ser muy defectuoso.
El Nápoles movió ficha al descanso, y el Barça no. Como resultado, el Nápoles volvió a jugar el segundo tiempo algo más descolocado que su rival, y lo pagó. Tres minutos necesitó el Barcelona para marcar el primero.
Suárez, de primeras, asistió a Griezmann, pero el disparo del francés lo tapó Meret. La fortuna sonrió al Barça, porque el rechace le cayó a Suárez y no perdonó. Remató muy solo, porque los zagueros del Nápoles reclamaban fuera de juego de Griezmann en el pase de Suárez, y ninguno se molestó apenas en ir a por el rechace o en tapar el tiro.
El Nápoles trató de reaccionar al gol con el tanto del empate, pero Callejón, a la hora de regalarle el gol a Mertens, se la dio a Ter Stegen a las manos. Ese fue el factor diferencial, que en el segundo tiempo, el Barça no perdonó como el Nápoles.
En el 56' llegó el segundo. De Jong para Aleñá, este para Jordi Alba, centro a Griezmann y estreno del francés con su nuevo club. Otro gol muy protestado por el Nápoles, al considerar que hubo fuera de juego del lateral azulgrana.
Ahí ya cortocircuitó del todo el conjunto italiano. El segundo gol, envuelto en la misma polémica del primero, fue un golpe del que no logró reponerse. Y cuando dos minutos más tarde, en el siguiente ataque azulgrana, Suárez marcó el tercero, el Nápoles bajó los brazos.
Contragolpeó el Barça, condujo Dembélé y se la regaló a Suárez para que el uruguayo, desde la frontal, le pegase de interior, inalcanzable para Meret.
El Nápoles hizo otro par de cambios (cinco de un total de seis), pero ni así. Con su zaga completamente renovada, lo que encontró fue otro gol en contra. Este, de Dembélé, quien se sumó a la fiesta tras cocinar a fuego lento una jugada personal.
Entonces sí. Con el 4-0 el Barça se relajó, y Valverde introdujo sus cambios. Los suplentes salieron con ímpetu, pero ya no remaban todos en la misma dirección. El partido estaba ganado y no hacía falta marcar más goles.
El Nápoles buscó a desgana el gol del honor, el cual no llegó, y el colegiado, tan pronto marcó su cronómetro el minuto 90 pitó el final. Entrevista al 'MVP' del partido (Suárez) y entrega del trofeo (porque esto era una final a doble partido) de LaLiga-Serie A al capitán azulgrana, Gerard Piqué.
Y punto y final con sensaciones completamente enfrentadas a las pretemporadas de Barcelona y Nápoles. Sus próximos encuentros ya serán de carácter oficial.