En mayo de 2003, Nike anunciaba un acuerdo para vestir y patrocinar a la catalogada como estrella del futuro. Freddy, de sangre ghanesa y pasaporte norteamericano gracias a un sorteo en el que su familia resultó agraciada, iba a cobrar un millón de dólares del gigante de la ropa deportiva. Y eso con 13 años. La irrupción de Adu era paralela a la de LeBron James, otro chico de Nike. 15 años después, se puede concluir que sus carreras han resultado ser bastante dispares.
Pocos meses después, en agosto, Adu volvió a confirmar su condición de gran promesa marcando tres goles en un partido del Mundial Sub 17. En su debut con Estados Unidos este centrocampista ofensivo, ambidiestro, imaginativo y potente, apalizaba a Corea. Tres golazos que volvieron a ponerle en el escaparate. Brasil, a la postre campeona de ese Mundial, echó a Estados Unidos en cuartos. En el partido anterior España jugó contra Estados Unidos. Marcó Cesc, máximo goleador y mejor jugador del torneo. Adu jugó algo más de 20 minutos.
En noviembre, el día 18 concretamente, el mítico Madison Square Garden abrió sus puertas para formalizar el contrato profesional de Adu. Firmó con el DC United para las seis temporadas siguientes. La MLS le iba a pagar 500.000 dólares anuales. Con 14 años ya cobraba dos veces lo que percibían los mejores de una liga que vio en Adu la mejor forma de proyectarse hacia el exterior. El fútbol estadounidense necesitaba referentes. En USA jugaron Cruyff, Pelé, Beckenbauer, se disputó un Mundial, pero el 'soccer' no terminó de despegar. Adu podía ser una puerta al éxito. Allá donde Muhammad Ali se hizo leyenda, Adu empezaba la suya propia.
Pero el pequeño que maravillaba con los Cougars de Potomac, los campeones estatales, el chico que llamó la atención del planeta tras marcharse a Bradenton, Florida, para adiestrarse en la academia juvenil de la Selección Estadounidense, nunca se convirtió en el gigante esperado. Freddy Adu no logró en convertirse en la estrella que la MLS, Nike y los medios de comunicación quisieron detectar en él, en sus ojos grandes, su amplia sonrisa, en su fútbol tan físico como creativo. "No fue mi elección ser el 'nuevo Pelé' cuando llegué a la liga", se lamentó Adu hace un par de años en 'Goal'. "Yo no puedo controlar lo que la gente dice", resaltó.
Freddy Adu, el nuevo Pelé
Porque a Adu le definieron tal cual, como el 'nuevo Pelé'. 'O Rei' ya había ganado un Mundial a los 17 años. Con tres menos Adu ya era profesional y millonario. Ambos compartieron un anuncio (bastante malo, ciertamente) de refresco. Adu y Pelé se disputan una botella del gaseoso líquido, un spot devenido de su nuevo estatus de 'crack' mundial. Fueron muchos los acuerdos y patrocinios firmados. Luego no hubo batalla posible por ser el mejor de siempre.
Adu nunca pudo demostrar la calidad exhibida cuando tenía ocho, nueve y diez años y jugaba por los campos de Mariland, cuando con once vino el Inter de Milán a llevárselo y su madre Emilia dijo que no, que su hijo no estaba en venta. Ni cuando se convirtió en la gran perla de la academia de Bradenton. "Todos decían: '¿Has visto a este niño jugar? ¿Lo has visto?", recuerda su ex compañero Nicholas Scrivens. "Cuando te tocaba verlo, empezabas a crear tus propias historias. Era fabuloso". "Lo que vi fue más allá de la realidad", asegura Arnold Tarzy, entrenador de los Cougars entonces, en la misma publicación de 'Vice Sports'.
Adu jugaba como si él fuera el adulto y los demás fueran los niños. Lloraba porque nadie se creía su corta edad, le añadían diez más. La Federación Estadounidense envió emisarios a Ghana para indagar en sus raíces, también la revista 'Sport Illustrated' hizo sus averiguaciones. Nadie pudo probar nada sobre un supuesto engaño en su acta de nacimiento. El 'efecto Adu' también tuvo un reverso negativo: ya siendo niño los rivales iban a por él. ¿Qué era eso de que un enano fuera mejor que rivales cinco o seis años mayores? Hasta los padres fomentaban esta persecución. "Le gritaban 'Freddy Krueger'. Le entraban con toda la intención y él se levantaba siempre. No se quejaba. Tenía un gran espíritu, sólo quería ganar", resalta Scrivens. No siempre resistió las críticas, las sospechas. "Todos siguen diciendo que no tengo la edad que tengo. Dicen que tengo 20 años, sólo porque soy negro y africano, piensan que estoy mintiendo", fueron sus palabras tras un partido en Carolina del Norte.
Las dudas sobre su edad pasaron a segundo plano cuando debutó con el DC United. Lo que le exigían era que decidiera, maravillara, devastara adversarios a cada encuentro. Debutó en abril de 2004; en su tercer encuentro, el 17 de abril, le marcó un gol al New York RB. Nunca terminó de asentarse en el primer equipo. En dos años y medio concursó en 96 encuentros, 62 de ellos como titular. Marcó once goles. Entretanto, en 2006 tomó la alternativa en la Absoluta de USA.
A partir de ahí, Adu inicia una diáspora que todavía dura hasta hoy. Ha jugado en Estados Unidos, Portugal, Francia, Brasil, Finlandia, ha probado en clubes de segunda y tercera categoría de Polonia, Serbia, Turquía... Pasó de niño prodigio a no cobrar. "Eso te mata el espíritu, cuando vas a los lugares y no pagan a tiempo...", recuerda Adu.
Múltiples clubes en la carrera de Freddy Adu
El futbolista emprendía esas aventuras para reencontrarse consigo mismo. "Estaba persiguiendo algo, siempre había sido mi sueño lograrlo en Europa. Pensé que yendo a estas ciudades oscuras tendría la oportunidad de jugar en ligas mayores, pero no fue así. Mi sueño era volver a jugar la Liga de Campeones, como hice con el Benfica", rememora Adu. Porque su desembarco en Europa tuvo lugar en Lisboa. El Benfica pagó un millón y medio por sus servicios pensando que había hecho el negocio del siglo. Fueron tiempos turbulentos en el club de 'las águilas', con tres entrenadores en 18 meses. Adu apenas compitió. "Sentía como si los entrenadores europeos no respetaran la MLS", se queja. Su concurso en la tan ansiada Champions se limita a 30 minutos en dos envites, frente a Celtic y Milan.
DC United, Real Salt Lake, Benfica, Mónaco, Os Belenenses, Aris, Rizespor, Philadelphia Union, Bahía, Jagodina, Kups Kuopio, Tampa Bay y Las Vegas Lights componen su curriculum. El United pudo ficharle cuando era joven promesa, pero no cuajó. El Chelsea le hizo una prueba. También se la hizo el Rayo Vallecano en 2011, el Portland Timbers en 2017, el modesto Sandecja Nowy Sącz polaco también terminó rechazándole.
En Las Vegas pareció asentarse, pero terminó el año pasado su vínculo con el equipo de Nevada, que se desempeña en la segunda categoría del fútbol norteamericano. Desde entonces, está sin equipo. Desde octubre de 2018 no toca bola en partido oficial. Ahora ocupa sus ratos libres entrenando a niños.
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¿Qué falló en la carrera de Adu? ¿Por qué el chico de oro no siguió brillando? "Tenían un plan para los medios, pero no hubo ningún otro. Si hubo algún plan para desarrollar a Freddy, nunca lo supe, y eso que era una de las personas que estuvo más involucrado en sus tres años en Bradenton", desvela Trevor Moawad, psicólogo deportivo que trabajó con el futbolista.
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Quizá fueron las expectativas, demasiado elevadas. "Siempre creyeron que Freddy iba a ser el próximo mejor futbolista del mundo", señala otro ex compañero, Sam Empson. Puede que el niño no se hiciera adulto cuando era necesario. "Su personalidad cambió. Le decía que fuéramos a jugar al basket y contestaba: '¿habrá chicas?", cuenta Scrivens: "La gente le robó su parte divertida".
Freddy Adu también hace autocrítica. La maquinaria del marketing es implacable y él no hizo lo suficiente para centrarse en lo verdaderamente importante: la pelota. "Miré hacia atrás en estos últimos años y vi que perdí mucho tiempo, perdí años de mi carrera por no dedicar el tiempo necesario al deporte. Por suerte empecé tan temprano que el tiempo perdido no significa que tenga 33 o 34 años y es demasiado tarde. Puedo cambiar y corregir las cosas que hice mal, y en eso estoy centrado en este momento", dijo en 2016. Su trayectoria no ha mejorado, no obstante.
El sueño americano, aquello de que todo es posible, no se hizo realidad para Freddy Adu. Él reniega de la etiqueta de fracasado o juguete roto. "Me duele. No voy a mentir: me molesta", responde cuando se le pregunta por eso. Pelé, quien besaba y cogía en brazos al futuro 'crack' en el famoso anuncio, sigue buscando su sucesor. Adu ya no va a serlo.