El primer gran 'crack' que llegó al Real Madrid tras un gran papel en un Mundial fue Ronaldo Nazario. El club 'merengue' se hizo con los servicios del brasileño tras la cita mundialista de 2002.
Posteriormente, en el 2006, Ramón Calderón, por aquel entonces presidente blanco, se hizo con Fabio Cannavaro. El central levantó la Copa del Mundo con Italia y, además, fue Balón de Oro tras su gran temporada en la Juventus.
Pero el que ha terminado por convertir este movimiento en costumbre ha sido Florentino Pérez. En cada edición del Mundial, al margen de los grandes nombres que llegan como estrellas del torneo, surgen ciertos jugadores que, sin entrar en las quinielas, se dan a conocer al mundo por brillantes actuaciones.
Quizá Courtois no necesitase la cita mundialista para ser considerado uno de los mejores en su puesto. Pero el gran papel individual y el colectivo de su selección sí se ajustan al perfil buscado por el mandamás blanco, aupando un poco más al cancerbero en la pirámide del balón.
Ese fue el caso de Mesut Özil en 2010. Sudáfrica, además de coser la primera estrella para España, catapultó al alemán, que se salió con los suyos. Semifinales y 'la Roja' fueron su techo, pero sus tres asistencias y un gol clave ante Ghana le valieron para acabar en el Real Madrid en agosto por 15 millones.
Cuatro años más tarde, James Rodríguez fue el elegido. Con seis tantos, el colombiano acabó como Bota de Oro del Mundial de Brasil y comandó a un gran combinado 'cafetero'. Florentino tomó buena nota y tiró la casa por la ventana. 80 millones recibió el Mónaco por él.
Con el fichaje de Courtois, la tradición se mantiene. El guardameta, nombrado Guante de Oro en Rusia, fue clave en la (buena) suerte de Bélgica. Su sobriedad y el paradón a Neymar en el último minuto ante Brasil que todos recuerdan le hicieron ser uno de los héroes junto a De Bruyne o Hazard.