Tigres aguantó a León durante 90 minutos en su estadio y acabó sacando un valioso empate a cero con el que se proclamó campeón del Clausura Mexicano. Un título más que merecido por el sufrimiento con el que se ha logrado.
El duelo comenzó con claro dominio local en los primeros diez minutos, ya que León buscó aprovechar la fuerza de su público para dar el primer golpe.
Sin embargo, los hombres de Ricardo Ferretti aguantaron bien este primer envite y con posesiones algo más largas (aunque sin peligro) rebajaron el ritmo inicial.
Ese ritmo fue decayendo a medida que avanzaba la primera parte por las constantes interrupciones en el juego, con múltiples jugadores que acabaron tendidos en el suelo.
Uno de ellos, por desgracia, fue Ángel Mena, que a la media hora tuvo que retirarse lesionado dejando su sitio a Meneses.
El tramo final de la primera parte no tuvo grandes ocasiones y solamente algunos centros pusieron en complicaciones a ambos guardametas.
Tras la reanudación, el ritmo del partido cambió totalmente y León salió a por todas desde el inicio, con un disparo de Campbell que lamió el poste.
Sin embargo, las mejores ocasiones en estos minutos fueron para Tigres, que pudo sentenciar el título con un mano a mano de Vargas que el ariete estrelló en el cuerpo de Cota.
Ahí tuvo Tigres su momento, pero no lo aprovechó y desde entonces le tocó sufrir, sobre todo en los últimos 20 minutos.
El tramo final fue un auténtico asedio de León, que lo intentó de todas las maneras posibles, pero ahí apareció un inconmensurable Guzmán para sacar dos manos espectaculares a diez minutos de la conclusión.
Con esas paradas murieron las esperanzas de León y comenzó la fiesta de Tigres, que culminó unas grandes Etapas Finales para lograr el ansiado Clausura.