El encuentro comenzó como un intercambio de fuerzas, pero con responsabilidad. Conscientes de todo lo que había en juego, ningún equipo quiso correr riesgos y midió desde el inicio sus subidas al ataque.
Pero, poco a poco, la balanza se comenzó a decantar hacia un lado, el local. El Toronto mostraba más frescura y, sobre todo, más claridad a la hora de pasar el centro del campo, eso sí, en ningún extremo del campo se vio peligro hasta bien entrada la segunda mitad.
Y es que, tras el paso de vestuarios el Toronto renunció levemente al balón con tal de armar contraataques rápidos para sorprender al Manchester City, que se vio sobrepasado en algunos compases.
El partido se puso serio en los últimos diez minutos, cuando los locales, apoyados por su público, se vinieron totalmente arriba, razón por la que consiguieron los dos tantos que dibujaron el marcador final. Altidore, en el minuto 84, y Ricketts, rozando el descuento, compraron los billetes para la final... ahora sólo falta por ver la respuesta de Villa y compañía en Nueva York.