Amagó el Borussia, pero pegó, y muy duro, el Tottenham. El equipo alemán hizo suya la primera mitad, pero se desintegró en la segunda. El tanto de Son nada más arrancar el encuentro terminó siendo un golpe definitivo. No se levantó de la lona el Borussia Dortmund, el Tottenham se pasó los 45 minutos levantando el cinturón.
Sin Harry Kane ni Dele Alli, principales referencias ofensivas del Tottenham, el conjunto inglés firmó una actuación más que notable. Supo cuándo y cómo hacer para tumbar a un Borussia Dortmund que no se levantó del primer tropiezo.
Entre las paradas de Lloris en la primera mitad y el tempranero gol de Son nada más arrancar la segunda parte, el bloque de Favre no tuvo otra que levantar la bandera blanca. Sancho, Achraf o Pulisic son muy buenos, pero Wembley se los tragó. Demasiado bisoñez.
El Borussia es un equipo fresco, punzante y eléctrico, pero aquí apareció la mano de Pochettino y el pie ejecutor de Eriksen, que estuvo en todos los fregados. Los tres goles llegaron en centros, dos de ellos laterales, el otro de córner. Se nota cuando hay entrenador y Pochettino es de los buenos.
El partido empezó con Lucas Moura rozando un golazo de volea por la escuadra. No lo metió por centímetros. Son parecía multiplicarse por todas las zonas del campo y el Borussia no se encontró en los primeros 15 minutos. Un error de Foyth en la salida provocó que Pulisic tuviera la primera de peligro, una ocasión clarísima que Lloris, tobillo y rodilla fuertes, mandó a córner.
Tras esta ocasión, el Borussia atacó hasta que Mateu Lahoz pitó el descanso y si no marcó porque Lloris se sacó varias manoplas. Lo más peligroso que sacó Bürki fue un centro de Son al segundo palo que ya hacía relamerse a Lucas.
Sancho, por la derecha, volcó a Davinson en un par de ocasiones. Por allí hacía daño el Borussia, y en ese carril Sancho percutió para ponerla bien picadita en el área y Zagadou rematara de cabeza sobre Foyth. Lloris voló, y no es exageración.
Engullido Borussia, crecido Tottenham
Mateu pitó el inicio de la segunda parte y vino el derrumbe alemán. La perdió Achraf en su banda, Son detectó el latifundio tras la espalda del fortachón Zagadou, Vertonghen la colocó y el surcoreano sólo tuvo que poner el interior para mandarla a la red.
Eriksen, juguetón, empezó a mandar en tres cuartos y el Borussia Dortmund se encogió. Cada balón al área era un martirio para los jóvenes chicos de un Favre que tuvo que echar mano de Schmelzer y quitar a Zagadou.
Así llegó el segundo, en una jugada casi calcada salvo que el que remató no fue Son sino el asistente anterior, Vertonghen. Aurier metió otro delicioso balón al palo largo y belga, presto, remató sin piedad a un Bürki que pagó su nula salida en el tercero del Tottenham. Llorente, con el flequillo, puso el 3-0.
Sin un juego demasiado brillante y sin algunas piezas indispensables, la actuación del Tottenham merece todo reconocimiento por oficio, acierto y pegada. El Borussia tendrá que encomendarse a la magia del Signal Iduna Park, pero se vuelve a Alemania con unos cuantos chichones.