Louis Van Gaal puede ser salvado por el Chelsea. Es decir, por la cercanía del próximo partido que tienen los 'red', no por el juego ni los resultados. El United ha vuelto a naufragar contra un rival más pequeño y, a priori, inferior.
Sin embargo, el débil fue el Manchester. Tanto individual como colectivamente. El planteamiento de Mark Hughes (presión alta, transiciones rápidas y mucha intensidad) dejó desnudo a un United con poca alma y menos juego.
La primera parte fue completamente local. Después de alguna ocasión y la desintegridad colectiva de un United que hacía presagiar lo peor, el Stoke marcó el primero. Un clamoroso error de Depay, que fue a ceder en plancha un balón a De Gea, dejó el gol en bandeja a Shaqiri, que cedió a Bojan el gol.
El catalán volvió a hacer un buen partido contra un grande, reafirmándose en esta buena temporada que está completando. El Stoke continuó con el plan: presión, robó, transición... Y 2-0 tras una falta lanzada por Bojan, que dio en la barrera y Arnautovic la colocó, con un zapatazo, lejos de De Gea.
La sensación es que, a pesar de tener enfrente al Manchester United, el partido estaba sentenciado. Durante el segundo tiempo, el Stoke pudo y mereció más. Había entrado Rooney, dejó alguna acción con más intensidad de la debida incluso, y ahí se acabó.
Al final del partido, la relajación de los chicos de Mark Hughes dio con alguna ocasión esporádica del United, pero ni tan siquiera peligrosa. El United se estrelló (de nuevo) y ha colocado a Van Gaal a las puertas del abismo.