Empate a enfados en el circo de Vicandi Garrido

Riazor fue un patio de colegio, con goles y giros inesperados, y un patio del manicomio merced a un final en el que Vicandi Garrido repartió enfados entre Deportivo y Rayo Vallecano por dos penaltis llenos de polémica. 

El 3-3 final acabó fastidiando a los dos. Al Rayo, porque iba 0-2 ganando; al Dépor, porque obró lo más complicado y llegó a ponerse 3-2. Con el despropósito final del colegiado, hasta que pitó en el minuto 98 nada se daba por zanjado. 

Los de Paco Jémez activaron el modo rodillo nada más saltar al terreno de juego y Juan Villar hizo efectivo ese primer arreón de inmediato. A los 30 segundos del choque, centró Álvaro García desde el perfil zurdo y el onubense, de primeras, batió a Dani Giménez.

El conjunto rayista movió el balón a su libre albedrío y los jugadores locales ni siquiera lo olían. Mario Suárez y un Óscar Trejo de dulce se hicieron con el dominio en el centro del campo durante toda la primera mitad. El propio Trejo estuvo a punto de ampliar la renta, pero volvió a ser Juan Villar el que halló el tesoro tras un error clamoroso de Mollejo dentro del área.

Hacía falta la épica y, aunque por entonces se antojaba complicada, Fernando Vázquez la buscó dando entrada a Christian Santos, Hugo Vallejo y y Emre Çolac de una tacada en la reanjudación. Ese fue el principio de un Dépor que pasaría de no haber hecho nada a enmendar todos sus errores -que no fueron pocos-.

Pronto, en el minuto 50, comenzó la remontada. Christian Santos cabeceó a la red un centro tenso de Koné desde la izquierda y, solo dos minutos después, Víctor Mollejo se sacó la espinita del 0-2 y anotó el tanto del empate tras un gran envío de Hugo Vallejo.

El partido entró en una fase de ida y vuelta, se fue abriendo con el paso de los minutos y los goles pudieron llegar en ambas porterías: Tito mandó un balón a la madera en el ecuador de la segunda mitad y Akexte perdonó el tercero con todo a favor para mandar el cuero a la red.

A cinco minutos para el final, lo que le faltaba el partido, una polémica kilométrica. Porque si las manos de Martín Pascual, de espaldas al balón, e incluso pareciendo que la bola le daba en la cadera, ya llevaron mucho tiempo de consulta, y doble en el monitor, por parte del colegiado, no quedó ahí. Aketxe lo lanzó y Dimitrevski lo paró. En el rechace tampoco hubo manera. Sin embargo, Vicandi Garrido señaló que el meta se había adelantado y hubo que repetir. 

Mientras en el Rayo se frotaban los ojos, Nolaskoin se retiró al banquillo con lo que parecía una lesión grave. A la segunda, el especialista no falló, lo puso en la escuadra, y obró la inesperada remontada. 

Quien pensara que ahí había acabado todo no se podía equivocar más, puesto que en el segundo de los siete minutos de añadido Vicandi decretó otro penalti. Previa consulta al VAR, también con muchas dudas, el colegiado se ratificó. Mario Suárez, con rabia, escribió el nuevo giro de guion.

Hubo algún merodeo más que pudo haber agigantado la locura, pero el final del encuentro solo contentó al colegiado, que se libró de tener que interpretar más acciones complicadas.