En Mánchester se lee poesía porque en el Etihad Stadium la escriben. El Manchester City de Guardiola dominó a su antojo al United de Mourinho durante buena parte del partido y un gol de Silva dejó encaminado el duelo.
La pluma del entrenador catalán se impuso a la del portugués, que está más acostumbrada a escribir en prosa que en verso. El estilo 'citizen', el de la posesión y el buen fútbol, se llevó por delante a un equipo que hizo aguas en defensa.
Las primeras rimas del texto anunciaban una grotesca goleada, pero finalmente no fue así. El apabullante inicio del conjunto 'citizen' solo se quedó con el premio del 1-0. Algo amargo viendo su superioridad.
Sterling y Mahrez fueron dos puñales para la defensa 'red devil'. Sus combinaciones con Silva y Agüero por fuera hicieron temblar los cimientos del Manchester United, que aguantaron hasta el 12' de partido.
Un balón desde la derecha y una defensa algo despistada sirvieron para que los 'citizens' se adelantaran en el luminoso. Bernardo Silva, de los más destacados durante los 90 minutos, la dejó atrás para que Silva, después de la caída de un Agüero que pedía penalti, perforara la meta de su compatriota.
Se cebó de balón el City a partir de ahí. Dominó el ritmo de partido, pero sin crear peligro. Había conseguido lo más complicado y solo se dejaba llevar por lo que la pelota quería. Cansó a un United que no dejó de correr.
El combate fue nulo para los 'red devils' en el primer tiempo. Fueron un fantasma en el Etihad Stadium, pero eso es lo que le gusta a Mourinho y a lo que está acosumbrada la afición. No sorprende su papel, aunque sí su poca fiabilidad atrás.
Todo cambió tras el descanso. En medio de la tranquilidad aparecieron Agüero y Mahrez. Una pared entre ambos desembocó en un cañonazo del argentino y en una cantada del portero del United. Pudo hacer mucho más.
Apenas hiló varias sílabas el United y ya tenía el 2-1. A eso juegan ellos y por eso lo temen los rivales. De una jugada asilada, Lukaku sacó petróleo y Ederson cayó en la trampa. A Martial no le tembló la mano y lanzó desde los once metros.
Pese al gol rival, el City no despegó el boli del papel y siguió dominando. Gündogan, tras un pase excepcional de Silva, se encargó de hacer el 3-1 definitivo a falta de cinco minutos para el final. Controló el balón a un metro de De Gea y, con la mayor tranquilidad del mundo, se sumó a la fiesta.
La idea futbolística de Guardiola se plasma semana tras semana en la Premier League. El derbi de Mánchester solo fue una de sus tantas piezas artísticas. Mourinho no supo cómo hacerle daño y la poesía terminó por escribirse sola con el pitido final.