Sin ánimo de pretenderlo, el interés del Real Madrid en Eduardo Camavinga ha causado toda una revolución en el seno del Rennes. Su futuro se ha convertido en un asunto de estado. De retenerlo o no pueden depender muchas otras cuestiones.
Muchos factores se han aunado y que pueden ensuciar lo que debería ser un estado de felicidad, tras la histórica clasificación para la fase previa de la Liga de Campeones. Sin embargo, la crisis del coronavirus y el hecho que que el jugador acabe el contrato en 2022 (y aún no han logrado renovarle) complica el panorama.
Además, hay voces internas disidentes, según recuerda 'AS' haciendo un repaso a los hombres clave de esta historia. En la cabeza de todos, el multimillonario François Pinault. Este enamorado de Camavinga es el dueño de la entidad, pero a sus 83 años tiene delegada la gestión del día a día en su hijo François-Henri. Y una cuestión enturbia los pensamientos del padre: evitar el mismo caso ocurrido con Ousmane Dembélé. Aún le abochorna que lo traspasaran por 20 millones y solo un año después el Borussia Dortmund fuera capaz de mandarlo al Barça por 140.
Por si fuera poco, esta misma semana empezó a ejercer físicamente en su cargo de CEO de la entidad Nicolas Holveck, quien suplió al ya ex presidente Olivier Letang, acusado de filtrar a la prensa informaciones relativas a Camavinga.
La última pieza del puzle es la de Florian Maurice, de quien días atrás Jean-Michael Aulas confirmó su marcha del Olympique de Lyon para incorporarse a dirigir la dirección deportiva del Rennes.
Con todo este lío, la paradoja es que la baza más sensata del Rennes parece ser la del centrocampista de 17 años, muy apegado a la entidad. No en vano, desde su entorno más cercano no para de recibir recomendaciones para que continúe en el club galo la próxima temporada.