El partido fue claramente de menos a más. De mucho menos a muy poco, a casi nada, a algún bostezo, para, en un parpadeo, animarse a niveles peligrosos para aquellos hinchas de salud coronaria delicada.
De hecho, el Alavés fue el dominador de los primeros compases, con un Girona que aceptó a regañadientes bailar al ritmo de su anfitrión.
Los intercambios de golpes no tardaron en llegar. A cada parada de Bono le seguía más pronto que tarde una de Pacheco. Conforme pasaron los minutos, sin embargo, el Girona dio un paso al frente, y la posesión se equilibró.
Mediado el primer periodo los de Pablo Machín tuvieron la más clara de ese primer tiempo. Un centro a la cabeza del 'Choco' Lozano que resultó convertirse en un remate blando a las manos de Pacheco.
Poco después el Alavés marcaba el primero de sus tres goles anulados. Este primero fue por una falta de Ely a Bono. Los otros, por sendos fueras de juego de Sobrino y Manu García, ya en el segundo tiempo y en la recta final del partido, respectivamente.
Esas decisiones arbitrales fueron calentando al Alavés, que se veía mejor sobre el césped, pero a la vez incapaz de batir a su rival. La paciencia de los chicos de Abelardo se fue agotando, dejando que las prisas asumieran el mando, y con ellas llegaron los errores.
Así, tras el segundo gol anulado al 'Glorioso', el Girona se encontró con un inesperado gol. Aleix García dispuso de una falta lateral que botó al corazón del área y con dirección al segundo palo.
Nadie la despejó. Nadie la remató. Cuando Pacheco se dio cuenta de que iba directa hacia la portería, ya era tarde. Botó y entró en su puerta, permitiendo que los de Machín celebrasen un tanto tan valioso como inesperado.
Le costó recomponerse del revés al Alavés, pero cuando lo hizo encajonó a su rival en su área. Sin embargo, Machín, viendo lo que se le venía encima, dio minutos a un curtido delantero como es Stuani. Y acertó de lleno.
Jugó casi todo el partido con la velocidad del 'Choco' Lozano y la potencia y corpulencia de Olunga, pero en el segundo tiempo dio minutos a Portu y Stuani. ¿Había que jugar a la contra? Ningún problema.
Así, en una de esas, llegó el penalti que terminó de desquiciar al Alavés. Ely, justo después de que el colegiado González Fuertes anulara el tercer gol de la tarde al Alavés, golpeó con el codo a un rival a la hora de despejar un balón, y permitió que el Girona dispusiera de una pena máxima a cuatro minutos del final del tiempo reglamentario.
Stuani no perdonó, y el encuentro quedó casi sentenciado. Casi, porque el Alavés no bajó los brazos, y al filo del añadido Tomás Pina recortó distancias, marcando el gol de la esperanza.
Aún tuvo otra ocasión el Alavés de igualar el partido, pero un nuevo fuera de juego, muy dudoso como alguno de los anteriores, de Munir, evitó el gol. El fuera de juego y la cabeza de Maffeo bajo palos, claro.
El partido se desquició del todo. A González Fuertes le empezó a quemar el bolsillo y comenzó a repartir amarillas a diestro y siniestro. Pero el marcador no se movió más, y los tres puntos volaron, entre pitos de la afición hacia el arbitraje, en dirección a Girona.