Mbappé empezó en el banquillo, y hasta el minuto 60, cuando el joven galo reapareció tras su lesión, el partido fue gris y anodino. De los que difícilmente crean afición.
El PSG quería dominarlo, pero era incapaz. Jugaba mal, lento, sin orden, sin mordiente. Eso daría oportunidades al rival, pero no a este Girondins, que parecía tan sumido en la melancolía como su rival.
Los minutos pasaron con pereza, salpicados de ocasionales acercamientos, e incluso un gol anulado por fuera de juego a Sarabia. Hubo que esperar media hora para ver un disparo con cierto peligro (de Meunier, a falta de mejor opción), yal 43' para ver el primero del Girondins, un tiro que no fue ni a puerta.
En medio de este fútbol inapetente, algo también se empezó a intuir, que Costil, guardameta y capitán del Girondins, iba a ser el hombre del partido (con permiso del goleador y su asistente, claro).
El veterano guardameta francés realizó sus primeras paradas de mérito en el primer tiempo, pero sería en el segundo, cuando los suyos empezaron a hacer aguas, cuando mostró de qué era capaz.
Porque tras el descanso el PSG dio un paso al frente, pequeño pero significativo, acercándose cada vez con más regularidad a los dominios de Costil.
En el minuto 60 todo cambió. De repente, como cuando sale el sol tras un día nublado, se hizo la luz en el Matmut-Atlantique de Burdeos. Entró al campo Kylian Mbappé, en lugar de un Sarabia que no pareció encajar bien el cambio, y el partido fue otro.
De repente el PSG, comandado por el ímpetu de un chaval recién salido de lesión y con ganas de seguir comiéndose el mundo, se puso en plan apisonadora. Y el Girondins aprendió lo que era sufrir de verdad.
Costil no se arrugó, y continuó con su recital de paradas, hasta que una se le coló. Nada pudo hacer para evitarlo, porque fue un pase de la muerte de Mbappé a Neymar, y este, desde el área pequeña, batió a placer al cancerbero rival.
El PSG se había puesto en ventaja de nuevo gracias a Neymar, con la inestimable colaboración de Mbappé. El brasileño volvió a sonreír, no como ante el Estrasburgo y el Lyon.
Pero el gol no abrió la lata. El PSG intentó que así fuera, pero Costil no estaba por la labor. Peor aún, el Girondins, sin nada que perder, empezó a acercarse a los dominios de un Keylor Navas que hasta entonces había sido un espectador más del encuentro.
En el 76' realizó, por fin, su primer tiro a puerta, y aunque el PSG siguió exigiendo lo mejor a Costil, el Girondins trató, a su manera, de lograr un gol que finalmente no llegó.
El PSG vuelve a la senda de la victoria con un triunfo que permite a los de Tuchel pasar página a lo ocurrido entre semana ante el Reims. El PSG vuelve a sonreír, porque el hijo predilecto de París ha vuelto a la acción.