Se suele hablar con cierta condescendencia de los problemas que sufren los entrenadores de sacar rendimiento a plantillas elaboradas con poco presupuesto. Y es verdad, pero el fútbol, efímero, tiende a centrarse mucho en las crisis y menos en las glorias que ofrece este deporte.
De hecho, la mayoría de las portadas se suelen dedicar a clubes grandes que no terminan de sacar el máximo provecho de jugadores hechos para ganar. ¿Qué clase de sacrilegio sería perder con Messi?
Pues uno no muy grave, siempre y cuando el resto de piezas no estén configuradas en la forma de dotar al '10' argentino de un entorno cómodo en el que poder desarrollar su juego.
En torno a esta cuestión, es evidente el problema que tuvo que solucionar Ernesto Valverde en la elaboración del último dibujo mostrado sobre el Ciutat de València. El Barça ganó, sí, pero pocos señalan la defensa de tres que el 'Txingurri' se inventó ante las excesivas bajas en defensa.
Sin Semedo ni Sergi Roberto, Piqué, Lenglet y Vermaelen irrumpieron en una zaga inédita en la capital del Turia y el conjunto 'culé' solventó la papeleta. Una obra hecha a conciencia por el entrenador y probablemente elaborada con cierto riesgo, pero salió bien.
Criticado en ocasiones por ser inmovilista en cuanto al sistema, el técnico azulgrana se ha movido en su periplo en la Ciudad Condal entre el 4-4-2 y la herencia del 4-3-3, en función de los futbolistas de los que ha dispuesto.
Ante las bajas en el perfil diestro, Valverde colocó a Dembélé de carrilero y el joven francés cumplió a pesar de un inicio dubitativo. Rakitic acabó de central y Vidal entró en lugar de Arthur debido a las exigencias del partido.
El Barcelona golpeó primero y el plan funcionó, pero en el fútbol nunca se sabe. ¿Y si el Levante hubiese metido la oportunidad que acabó en el larguero?