Hablar de Ángel Valverde es hablar de un tipo a un banderín pegado. Hace aproximadamente una década que tomó la decisión de cambiar el silbato por el 'palo'. Por lo que se puede ver, no le ha ido nada mal.
Muy malagueño y muy andaluz, 'Pirri', como le conocen cariñosamente sus allegados, se muestra como una persona afable, familiar y enamorada de lo que hace. Tras varios intentos, por fin le ha llegado la oportunidad de dar el salto al fútbol profesional, haciendo su debut en Segunda División en el Real Sociedad B-Leganés de la jornada 1.
Pregunta. Para los que no te conozcan, cuéntanos quién eres y cómo has acabado siendo árbitro asistente de Segunda División.
Respuesta. Soy un malagueño, muy futbolero, que con 16-17 años comencé a jugar al fútbol. Al poco tiempo, me di cuenta de que eso no se me daba demasiado bien y que no estaba disfrutando como yo quería. En mi instituto me dedicaba a pitar los partidos del recreo; ahí, creo que fue donde comenzó a picarme el gusanillo. Por aquel entonces yo tenía como profesor a Mario Melero López, hoy árbitro de Primera, y tras hablar con él decidí apuntarme al curso para federarme como colegiado.
P. Una carrera que ya va camino de las dos décadas, ¿no es así?
R. Efectivamente. Fui subiendo de categoría, poco a poco. Llegué a ser árbitro de Tercera División. Tras una temporada en esta categoría, descendí. Este pasito atrás me hizo buscar ilusiones nuevas. Ante esto, mi amigo, también árbitro, Javier Moreno Muñoz, me propuso pasar a ser asistente como él. Estuvimos juntos dos temporadas y posteriormente me mantuve durante siete campañas en Segunda División B hasta que me ha llegado este año el ascenso a Segunda División.
P. ¿Entonces tú cuando te federas no tienes necesariamente una ilusión especial por ser asistente?
R. Yo primeramente tomo el camino de ser árbitro principal y la verdad es que me iba muy bien, subiendo prácticamente todos los años. El revés de descender en Tercera fue lo que realmente me hizo cambiar, pues vi que en esa faceta no tendría ya todo el recorrido que deseaba. Estaré siempre agradecido a mi compañero Moreno Muñoz por ayudarme a tomar esa decisión.
P. ¿Cómo se vive esa primera temporada en el fútbol profesional?
R. Con muchísima ilusión. Yo me levanto todos los lunes esperando la designación de partido, posteriormente me dedico en cuerpo y alma a estudiar todo sobre los equipos para intentar que no se escape nada. Al final, siento que estoy viviendo un sueño. Al fin y al cabo, yo he subido con 34 años, por lo que tampoco puedo decir que sea joven (risas). He estado siete años intentándolo y algunas personas me comenzaban a decir que sería imposible que subiera o que, directamente "era muy viejo". Como puedes imaginar con lo que te estoy contando, sé la dificultad de llegar hasta aquí y por ello disfruto de cada partido y cada momento al máximo, dándole el verdadero valor que merece. Pisar campos como el Carlos Tartiere, Anoeta, el Heliodoro Rodríguez... Estadios que yo veía por la tele y parecían más una ilusión que otra cosa.
P. ¿Ha cambiado tu preparación tanto física como táctica con el salto a la categoría de plata?
R. Totalmente, el cambio es drástico. Yo en Segunda B muchas veces no podía dedicarle todo el tiempo que quería. Ahora me levanto y lo primero que hago todos los días es conectarme a una plataforma de la Federación que monitoriza mi actividad: si he dormido bien, cómo me encuentro... Además, el Comité Técnico de Árbitros te manda una planificación mensual a seguir. Después de estar conectado, voy al gimnasio y estoy dos horas y media entrenando. Yo ya vivo para esto. También me divido el trabajo; si una semana no tengo partido meto más carga, mientras que si me designan, tanto yo como mi equipo nos enfocamos mucho en el aspecto táctico. Analizamos entre los tres a los equipos, cuáles suelen ser sus planteamientos, cómo atacan o qué jugadas suelen llevar a cabo. Desde el propio nombramiento ya comenzamos a trabajar con la idea de que nada nos pille por sorpresa y anticiparnos a posibles situaciones, pese a que está claro que una vez comenzado el encuentro pueden pasar mil cosas.
P. Vamos a centrarnos ahora en un aspecto que suele tener poca repercusión mediática: los ascensos de categoría. No hay que olvidar que vosotros subís y bajáis al igual que cualquier equipo. ¿Cómo se manejan las emociones cuando a uno le dicen que es nuevo linier de Segunda División?
R. Para quien no lo sepa, el salto de Segunda B, hoy Primera RFEF, a Segunda División, es directamente pasar de no ser profesional a serlo, con todo lo que ello conlleva. De 120 asistentes en toda España solo subimos seis. Tú haces unas pruebas físicas y un examen, y después, el comité llama a las personas que han ascendido, momentos antes de salir las listas, para felicitarlas por el logro. Mi historia fue bastante graciosa: ellos dijeron un día en el que saldría la información y yo ese día no me despegaba del móvil. Finalmente las listas no salieron esa fecha y no sabíamos cuándo iba a ser. Días más tarde, yo estaba de viaje con el coche y mientras iba por la autovía recibí una llamada de un número que no tenía grabado. No me lo pienso dos veces, paro en mitad de la carretera y comienzo a llamar intuyendo lo que podía ser. Finalmente, me lo cogió el directivo y ex árbitro Rubinos Pérez para informarme de que he ascendido.
P. Sería chocante para ti.
R. Imagínate. En ese momento se te pasan todo tipo de cosas por la cabeza: que el año anterior estuviste a las puertas de lograrlo, que ha merecido la pena estar 16 temporadas luchando, siete de ellas en la categoría de bronce... Estuve media hora con el coche parado, sin ser capaz de hacer nada en concreto. Después, comencé a llamar a tus amigos y familiares, que al final son los que lo han sufrido contigo. Lo considero una recompensa por no haberme venido abajo en los momentos complicados y hacer frente a las adversidades.
P. ¿Qué árbitro de los muchos con los que has salido de asistente crees que te ha marcado más?
Raúl Chavet. Más que un compañero de profesión, es un amigo. Estuve durante muchos años siendo su linier específico en Segunda B. La temporada pasada se juntaron dos factores. Por un lado, yo estaba algo decaído por quedarme a las puertas del ascenso, mientras que él se retiraba. Un día me llamó para decirme que solo me elegiría esa temporada si de verdad estaba concienciado de dar el 100%, pues quería ayudarme a lograr el ansiado objetivo ante de colgar el silbato. Desde el primer instante le confirmé que me sentía totalmente capacitado para salir con él y esforzarme al máximo. Lo considero una figura clave para que yo esté ahora mismo en Segunda División, así que le estoy enormemente agradecido.
P. ¿Algo más?
R. Sí. Tengo que reconocer también al Comité Técnico Andaluz su labor, ya que me ayudó en todo momento a que lograra mis objetivos. En las dos preparaciones que hice para intentar dar el salto, Pedro Pérez Montero, Matías Caballero y Medina Cantalejo, hoy presidente del CTA, pusieron todo de su parte para que, tanto yo como mis otros compañeros seleccionados, llegáramos en las mejores condiciones posibles. Hicimos un grupo de trabajo extraordinario y es una faceta en la que a mí también me gustaría ayudar en el futuro.
P. ¿Qué partido recuerdas con especial cariño y por qué?
R. Tengo dos muy concretos guardados en mi memoria, ambos en Segunda B. El primero un Yugo Socuéllamos-Atlético de Madrid B que, si no me equivoco, fue mi segundo partido con Raúl Chavet. Puedo decir tranquilamente que es el partido más difícil que he arbitrado en toda mi vida. Hablo de memoria, pero creo que hubo unas 3-4 tarjetas rojas para Atleti y 2 o 3 para el Socuéllamos. En el minuto 75 el Atleti iba ganando 0-2 y el partido terminó 3-2. Creo que para ambos fue un punto de inflexión a raíz del cual crecimos mucho como equipo. Si nos referimos a bonito como tal, tuve la suerte de disfrutar de un Extremadura-Mérida. En este derbi hubo más de 10.000 personas en el campo de Almendralejo; es el ambiente más bonito que he visto en uno de mis partidos.
P. ¿Crees que te ha influido en tu vida cotidiana el hecho de ser árbitro?
Sí. Básicamente, cambia todo. Cuando estás empezando cambias la fiesta del fin de semana por coger la mochila e ir de un campo a otro a pitar tus partidos. También me ha influido mucho a la hora de ver fútbol. Mientras que cualquier aficionado medio se fija en los jugadores, yo presto especial atención a los árbitros, sus movimientos y decisiones. También creo que me han hecho crecer como persona las experiencias que me ha dado. Cuando tú pitas un partido, más allá de los 90 minutos, también tienes algo de tiempo para visitar las ciudades, hablar con su gente, ver sus costumbres... En ese aspecto, te enriquece.
P. ¿Te ves ligado al colectivo arbitral una vez que te retires?
Sin duda, es algo que llevo dentro. Hay semanas que no tengo partido y siento ganas de dirigir un encuentro de fútbol base. El día en que esto llegue a su final quiero seguir ayudando a los compañeros, a los que creo que puedo aportar mi experiencia. Además, me gustaría que los más jóvenes vieran en mí un ejemplo de perseverancia en el que fijarse. A ellos les diría "sé constante, si he llegado yo, ¿por qué no también tú?".
P. ¿Una especie de entrenador para la cantera, podemos decir?
R. Sí, sería una buena forma de definirlo. Yo llevo años dando clases en Colegio de Árbitros de Málaga y este curso me propusieron dejarlo para no cargarme con demasiado trabajo. Dije que no. Sé lo bonito que es estar ahí donde están ahora ellos y ver y aprender de un colegiado de superior categoría. Una frase que me gusta mucho es "si estás luchando, vas ganando". Intento aplicarla como filosofía para los más jóvenes, sobre todo ante las situaciones malas en las que todo puede parecer muy negro. No rendirse nunca.
P. Dejamos aparcado el futuro y volvemos al presente. ¿Hasta dónde te ves llegando? ¿Te queda alguna ilusión por cumplir?
R. En este momento me dedico principalmente a disfrutar todo lo que puedo. Obviamente, yo lo voy a dar todo en cada momento. A partir de ahí, ¿por qué no soñar? Lo que venga, bienvenido será.
P. Uno de los cambios importantes cuando se pasa de Segunda B a Segunda es la implementación del VAR. ¿Te ha costado mucho la adaptación a esta herramienta?
R. Está claro que tiene que haber un período de adaptación, porque al final yo vengo de mucho tiempo trabajando únicamente con pinganillos y con los otros dos compañeros que están conmigo sobre el césped. El principal cambio, como la mayoría sabrán, es que a la hora de levantar la bandera, ya sea en un fuera de juego, saque de esquina o situaciones del estilo, tú tienes que aguantar por si la acción termina en gol. Hay que llevar cuidado, porque si levantas antes de hora ya no puede intervenir el VAR en esa jugada. Los primeros partidos sí estás un poco más prevenido, pero al final no es más que añadir una nueva costumbre a tu rutina dentro del verde. De todas formas, nosotros antes de comenzar esta campaña hicimos un curso de VAR con la Federación en el que estuvimos seis partidos como asistente y cuatro como AVAR. Esa experiencia hace que llegues al debut con más tranquilidad.
P. Cerremos comentando un tema que muchas veces se puede catalogar de polémico, pero que, al final, no deja de estar ahí. Al igual que puede fallar un entrenador o un futbolista, el fallo también forma parte de ser trencilla. ¿Cómo sueles manejar tú las situaciones en las que te equivocas?
R. Desde el momento que entro al campo, yo sé que puede pasar. Por supuesto, intento que no ocurra, pero soy consciente de que el error está ahí. Intentó trabajarlo de la mejor manera e incidir en él. Nosotros tenemos que vernos repetidos nuestros partidos en las 48 horas posteriores a haberse disputado y apuntar nuestras acciones y si creemos que hemos acertado o no. Cuando veo un fallo, lo que hago es fijarme en por qué lo he cometido. Una vez visto, lo exprimo e intento sacar connotaciones positivas: si tengo que correr más, estar más a la altura de la jugada, aguantar más la bandera, dejar seguir... Está claro que no quiero fallar, pero si viene tengo claro que me lo meto en la mochila y lo uso para que no me suceda en ocasiones futuras. Afortunadamente, esta temporada no he tenido intervenciones del VAR en las que haya cometido errores, y espero seguir así.