La torpeza no cabe en una Eurocopa. Polonia pecó y pagó ante Eslovaquia en su primer partido del campeonato. Los de Robert Lewandowski, quien se desgañitó tratando de mejorar a los suyos en todas las líneas sin éxito, cayeron en una cita en la que se equivocaron demasiado cuando más caro estaba el error.
Sobre todo, por su debilidad defensiva. De principio a fin, los desajustes atrás facilitaron que los hombres de ataque de Stefan Tarkovic no lo tuvieran especialmente difícil para regatear, servir balones peligrosos o rematar estos. En este sentido, el trabajo de Kucka, onmipresente, o Duda, muy activo en la distribución, se antojó trascendental.
Esta situación la supo aprovechar al máximo el grupo al tener claro a qué estaba jugando. Poner centros y tirar de superioridad física en el área o encontrar a regateadores por las bandas fueron las máximas de una propuesta que, menos por un tramo de dominio de los de Paulo Sosa a comienzos de la segunda mitad y su arreón final, fue la tónica general.
Eso sí, una expulsión facilitó las cosas. En ese periodo en el que Polonia había acabado de marcar y estaba gobernando, Krychowiak -volvió aquello de pecar de torpeza-, que atesora más de diez años de experiencia en el mundo del fútbol, calculó mal una entrada en la medular cuando ya tenía amarilla y, sin rechistar, tuvo que enfilar el túnel de vestuarios.
Con uno menos en el campo, los suyos terminaron de perder un partido en cuya primera mitad habían sido bastante inferiores. Robert Lewandowski no brilló, aunque bien es cierto que su trabajo fue más bien uno sucio, normalmente poco valorado pero muy importante, lejos de los focos, y necesario para vertebrar al conjunto. Se personó en labores defensivas, detrás de la medular para salir de atrás y en la caja contraria para rematar varios cueros que o iban fuera o daban en el cuerpo de los defensas.
Esto no le ocurrió a Mak, que no apareció tanto como su compañero Kucka y supo leer mucho mejor, o al menos explotar, la falta de decisión de la zaga rival. En el minuto 18, regateó a Zielinski, se deshizo de Berezynski con un túnel, encaró a Szczesny y, ayudado de la suerte -le dio al palo, la bola rebotó en la parte de atrás del brazo del cancerbero y entró-, le batió.
En la otra punta del campo, donde Skriniar y Satka se encargaron de que no hubiera ocasiones claras y de que Lewandowski no se encontrara cómodo, Hamsik o el propio 'Lewy', ayudados de un atinado Józwiak poniendo centros y un Rybus que subió mucho desde su carril a generar superioridades, comandaron la mayoría de los intentos.
Esta labor adquirió sentido solo en los compases posteriores al inicio de la segunda parte. Eslovaquia ya iba ganando y Polonia salió mucho mejor después de la charla de su técnico. El arreón valió por el tanto del empate, obra de Linetty prácticamente en la primera jugada desde que la bola echara a rodar. Combinación ideal Klich-Rybus, remate suyo raso al palo largo y 1-1 al marcador.
Esto parecía el germen de una remontada que abortó el problema de siempre, la torpeza. Unos minutos más tardes, se dio la jugada en la que Krychowiak calculó mal una entrada, fue expulsado y dio a los de Stefan Tarkovic el aire que necesitaban porque se estaban viendo superados y no encontraban solución.
El equipo se recompuso, ocupó los huecos que quedaron libres y, en otro desajuste defensivo polaco, retomaron la iniciativa. Skriniar recibió un saque de esquina que confundió hasta a tres zagueros que no se coordinaron bien, controló, ejecutó y dibujó un resultado que, con varios sustos, terminó siendo el definitivo.
Con varios sustos, porque los eslovacos optaron por la parsimonia en lugar de por rematar el encuentro y tuvieron que respirar aliviados después de varias oportunidades bastante peligrosas de sus rivales que quedaron en nada. Salvó Dúbravka cuando tuvo que salvar, ayudaron los centímetros que le sobraron a Bednarek en un zurdazo y, al final, el 1-2 no se movió.