La Liga de las Naciones es el maquillaje al calendario de intervalo entre gran y gran competición. Para qué amistosos pudiendo articular una competición que, además, se monetice. Ese nuevo escenario está devolviendo a España la sonrisa robada en Rusia. El bolo contra Gales pasó de trámite a lanzadera.
Gales no es la campeona del Mundo, pero el once alternativo de España demostró calidad, hambre y conjunción para cosechar una goleada que supone el tercer eslabon en la cadena del nuevo seleccionador. El primer objetivo del asturiano era devolver la ilusión y lo está consiguiendo. Los primeros pasos son interesantes.
La victoria en Wembley y la goleada a Croacia en los choques oficiales fueron el primer y segundo bálsamo. El tercero, además, permite afrontar el choque contra Inglaterra del próximo lunes con la armadura brillante.
Además, con nuevos debates internos. Porque Paco Alcácer demostró que es ahora mismo una de las grandes sensaciones del planeta fútbol. Su doblete en la primera mitad confirmó ese idilio con la bola: dos remates, dos tantos.
Sobre el valenciano cabalgó España. Gales, que salió valiente a presionar arriba, se encontró con la realidad muy pronto. Los menos habituales de 'la Roja' tenían bastante hambre.
Nuevos nombres
A la pólvora de Alcácer se le sumó el descaro de Suso. Vuelve a entrar en la rotación el jugador del Milán, una alternativa creíble para los días grises de Asensio que se postula a corto plazo.
Igual que sucede con Rodri, que actuó como titular para continuar sus oposiciones a Busquets. Gayá, de nuevo en velocidad de crucero, y Morata, con más ganas que goles por ahora, dieron la mezcla perfecta a los pilares ya asentados de De Gea, Sergio Ramos y Saúl. El regreso de Albiol fue más anecdótico.
Precisamente, el camero amplió las diferencias en una falta en la que los galeses no parecieron nada británicos; hasta tres jugadores de España estaban solos para hacer el 0-2.
La sangría al descanso, un 0-3 tan contundente como justo, puso el final del partido al descanso de manera simbólica.
Bajó la intensidad
Porque luego el carrusel de cambios afeó todo y dejó el depósito medio vacío. A Galés le quitó las ganas, a España le recordó que lo importante era Inglaterra. Pero los nuevos querían su momento de gloria.
Uno de ellos, Jonny, debutó. Pero fue Marc Bartra, en su regreso, quien sopló velas. Cabeceó, también con facilidad, el córner de un Suso de cuyas botas nació siempre lo más peligroso.
El 0-4 redondeaba la superioridad. Pero quedaba la única mácula de la noche, el tanto final de Vokes, que evitó que Kepa se fuera imbatido cerca de su nuevo hogar.
Y aunque no es tiempo para conclusiones, este proceso de reciclaje en España invita a ser optimista. Al menos hasta que llegue una gran competición. Al menos no faltan violuntarios para animar el cambio ni fondo de armario.