España le inoculó al balón la suficiente anestesia para que, sin dejar de rodar, no pudiera hacer mucho más en Atenas. No era día para el brillo, o al menos así lo entendió un equipo que fue más eficiente que nunca para marcar y amarrar los puntos. Ante Grecia, 'la Roja' sacó un 5 raspado que, eso sí, le hace media de sobresaliente al alcanzar el liderato tras la derrota de Suecia en Georgia.
Posiblemente, tuvo algo que ver que la necesidad llevase asterisco en la capital helena. El sorprendente tropiezo sueco liberó de presión, pero quizás también de tensión, a una selección que cambió el traje de gala de otras noches por el mono más manchado y rozado de faena que había por el armario.
No son las fases de clasificaciones, ni mucho menos sus últimas jornadas, una pasarela en la que lucir modelito. España prefirió ser práctica y se llevó un triunfo por la mínima sin que apenas apareciese Unai Simón en las cámaras de televisión.
Luis Enrique hizo debutar y como titular a De Tomás, que formó en un tridente junto a Sarabia y Morata. El seleccionador dejó en el banquillo a Busquets y Jordi Alba, por lo que se puede entender que el de Suecia tenía aún algo más de importancia que el duelo en Grecia.
Los locales comenzaron con ese arreón clásico del que se juega la vida ante los suyos. Como el adolescente vacilón que se muerde la lengua y levanta el puño, pero que nunca acaba pegando. Eso fue Grecia, que dio alguna sensación de peligro antes de derretirse entre las piernas de 'la Roja'.
'RDT' pudo estrenarse con gol, pero le traicionaron los nervios. En el 14', se quedó solo en el área, pero no encaró el portero y perdió unos segundos, probablemente por pensar en la legalidad de su posición, que le hicieron quedarse sin ocasión. Ya para entonces, mandaba España en la posesión.
Sin embargo, el primer susto fue para los de Luis Enrique. Grecia llegó a marcar en el 22', pero Masouras, que definió a la perfección, había arrancado en fuera de juego. Sería la única vez que la sensación de que algo malo podía pasar se hacía realidad, por efímera que fuese.
Dos minutos después, De Tomás respondió con un zurdazo que desvió a córner la defensa. Sería la antesala de la jugada clave del partido, que nació en ese mismo lanzamiento de esquina.
Gol y a dormir
Laporte e Iñigo Martínez quisieron rematar en el segundo palo. El primero saltó delante del segundo, que fue trabado cuando intentó hacerse con la bola tras el bote. No dudó el árbitro, que señaló la pena máxima. Sarabia se encargaría de transformar el penalti de forma magistral. Con la zurda, mandó el esférico al palo izquierdo de Vlachodimos y puso el 0-1. España ya había hecho lo más difícil.
Pese a que había transcurrido menos de un tercio de partido, esos 24 minutos conformaron una primera parte que poco tuvo que ver con la segunda. A partir de ahí, España se dedicó a dormir el encuentro con la mejor anestesia que tiene: la posesión. La bola fue roja y los griegos, sobresalientes en actitud pero pobres en recursos, apenas pudieron asomarse al área rival.
Tras un zurdazo lejano de Gayà que atrapó el meta local, Morata tuvo la mejor para poner el 0-2. Se fue bien de su marcador, pisó área y, como en muchas ocasiones, estropeó su buen trabajo con la definición. No ajustó un remate centrado con la izquierda que dio en el cuerpo de Vlachodimos. Sería todo el arsenal que se vio hasta el descanso.
Si poco pasó en la primera parte, mucho menos se vio en la segunda. Nada más empezar, De Tomás volvió a encañonar, este vez desde fuera del área, para mandar la bola a córner. Casi calcó ese disparo Tzolis, que entró al descanso, en la otra portería. La defensa logró que Unai siguiese con los guantes impecables.
Empezó España a subir la dosis de anestesia. Pasaban los minutos y tampoco le interesaba al combinado nacional que el guion cambiase. No sufría y el resultado le servía, ¿para qué más?
Rodrigo y Dani Olmo entraron desde el banquillo y el ataque tomó algo de más color con la verticalidad y el hambre de ambos. El del Leeds mandó al lateral de la red un buen disparo desde la frontal antes de que su tocayo Rodri se animase con un lanzamiento que se marchó alto.
No crean que, porque leen algunas llegadas, el partido tuvo ritmo. Estas llegaron casi de forma aislada entre minutos y minutos de tocar atrás, de impotencia griega y de muy poco que echarse a la boca, sobre todo, para el espectador neutral.
En la recta final, Rodri volvió a asomarse a la portería de Vlachodimos con un tiro que, esta vez, bloqueó la zaga. Y ya en el 93', Rodrigo, con la zurda, hizo trabajar a una zaga que tapó el balón antes de que le diese más trabajo al portero local.
Grecia apenas inquietó con algún balón en tres cuartos en los que casi ni salió Unai Simón en la pantalla. Un remate de cabeza de Tzavellas, que apenas rozó la pelota, fue el único argumento que pudieron llevarse a su discurso los más tremendistas, negativos y pesimistas.
El triunfo deja a España como primera con 16 puntos, por los 15 que tiene Suecia, su última rival. Se verán las caras el domingo en Sevilla, en un encuentro en el que solo el '2' aplazaría el pase de 'la Roja' al Mundial de Catar. Por su parte, Grecia se queda sin opciones al ser tercera con nueve.