España sobrevive en un mar de favoritas tocadas

No hay dudas de que esta edición de la Liga de Naciones no está dejando indiferente a nadie. Una vez finalizadas las cuatro primeras jornadas, es hora de valorar el nivel mostrado por los grandes combinados nacionales o las sorpresas que nadie se esperaba antes del comienzo.

Luis Enrique no iba tan desencaminado en aquellas ruedas de prensa donde analizaba partido en los que no se veía favorito o donde sacaba a relucir algunas virtudes de su rival. A pesar de las críticas por el estilo de juego o algún que otro resultado aséptico, 'la Roja' finaliza este primer envite como líder de su grupo y sin haber perdido ningún partido.

Algo a lo que se le otorgaría un punto más de valor añadido visto el nivel mostrado por el resto de selecciones. Sin duda, la principal decepción ha venido con la actual campeona del mundo. Francia ya no tiene opciones matemáticas de entrar en la 'Final Four' y tan solo suma dos puntos.

Mismo camino que podrían seguir Italia e Inglaterra, que en esta cuarta jornada fueron goleadas y han mostrado una imagen paupérrima sobre el terreno de juego. Tampoco Alemania o Portugal, a pesar de estar metidas aún en la pomada por el título, han demostrado mucho más sobre el campo.

Solo Países Bajos se podría escapar de esta ecuación, aunque hay que recordar que los neerlandeses están en plena reestructuración tras los últimos fiascos en los grandes torneos. No obstante, no saben lo que es perder en estos cuatro compromisos disputados hasta la fecha.

España tampoco ha mostrado un estilo de juego envidiable ni siquiera ha podido tener controlados encuentros que, a priori, parecían lo bastante decantados a su favor. Pero ha sabido ser práctica y golpear en el momento adecuado.

Quizás no estaba tirando balones fuera Luis Enrique cuando destacaba el papal del resto de selecciones 'menores'. Equipos como Hungría, capaz de liderar su grupo y derrotar a Inglaterra en las dos ocasiones, Dinamarca, para cargarse a la todopoderosa Francia, o la vieja confiable superioridad teutona para ahondar en la herida de una 'Azzurra' que no levante cabeza.