Marcó el 2-0. Casi sin tiempo para disfrutarlo, cayó en mala postura. Pronto se vio que había riesgo de una lesión seria, con la consiguiente amenaza para el 'Clásico'. El partido parecía quedarse sin chicha, y así fue hasta el descanso. Pero luego emergió la figura de Marc-André ter Stegen, el Messi de la portería.
Aunque ha dado ya muchas tardes de gloria, el alemán completó una de sus exhibiciones más plásticas, más espectaculares. Especialmente, merced a un par de dobles paradas, una a la hora de juego y otra en los minutos finales.
Un póker de intervenciones que levantó aplausos al nivel de los que arranca Leo Messi. En un encuentro bien resuelto por el Barcelona, el argentino se marchó del choque con un gol y una asistencia en apenas 15 minutos. Pero la grada se rindió a su portero.
Ter Stegen, el portero de plástico, estuvo vendido en los dos tantos sevillistas. El primero, un tiro de Sarabia que se envenenó en Lenglet y acabó desviando la trayectoria. Luego, poco pudo hacer sino aplaudir ante la sutil definición de Luis Muriel.
La espina del Mundial
El portero del Barcelona necesitaba un encuentro así para reafirmarse. Solo ha podido dejar su puerta a cero en tres ocasiones esta temporada. No es que haya sido de los culpables, precisamente, pero le vino bien para reafirmarse. Sus puños al aire tras cada parada lo dejaron claro.
Ter Stegen hizo gala de unos reflejos extraordinarios y mandó un mensaje al mundo. Con Alemania en crisis y un Neuer que no es ni por asomo la sombra de lo que fue, su reivindicación está clara. Al teutón le dolió especialmente perderse el Mundial cuando había sido el cancerbero infranqueable en la fase de clasificación.
Puede que este sábado el Barça se quedara sin Messi por un tiempo. Pero volvió a enganchar a su Messi de la portería.