El estadio olímpico Atatürk, con capacidad para 75.000 espectadores, casi lleno total, retumbó de gritos al iniciarse la final de la Liga de Campeones: al fondo oeste, las camisetas azul celeste del City, al este, las azul marino y negro del Inter de Milán.
Son estos últimos los que dominaron el escenario, tanto en la tribuna, donde ondeaban enormes banderas, mucho mayores que las enseñas de sus rivales, como en las inmediaciones del estadio.
Música de tambor, cánticos y una ocasional bengala marcaron la llegada de los hinchas italianos al recinto, situado a unos 20 kilómetros del centro de Estambul y rodeado de áreas verdes.
Muchos llegaron en autobuses dispuestos para la ocasión, pero otros muchos se atrevieron con el transporte público, un viaje de casi 2 horas en metro, con tres cambios de línea, afortunadamente razonablemente bien señalizados en cada cambio con grandes letreros de STADIUM.
Los del Inter recibieron el respaldo de numerosos aficionados turcos que apoyan al equipo de Milán.
Tienen su motivo: ahí juega el mediocentro Hakan Çalhanoglu, nacido en Alemania pero en una familia oriunda de Turquía, y también jugador de la selección turca.
"Hakan, Hakan, Hakan", cantó un grupo de hinchas del Galatasaray, el más exitoso equipo de Turquía y ganador de la Superliga de este año, mientras se encaminaban al estadio.
Otros aficionados, vestidos con la camiseta del Fenerbahçe, que quedó 2º, declararon no tener preferencia por los 2 finalistas de la Liga de Campeones.
"Vine solo para disfrutar, me da igual quién gane", aseguró un joven.