No, esto tampoco es culpa de Ibai, ni de Twitch ni de que los jóvenes ahora prefieran otra cosa para entretenerse. Más bien es la causa de esto último. Es culpa sola y exclusivamente del fútbol. Al menos, de este fútbol, donde el cerocerismo y la racanería no están lo suficientemente perseguidos. A nadie le extraña que cualquier chaval o chavala, ante tal espectáculo, prefiera ver un Mundial de globos donde, al menos, se divierte.
Entiéndase el contexto del encuentro. Levante y Getafe llegaban con nuevo entrenador y cero victorias en el casillero. En el caso de los locales, Pereira apenas tuvo tres entrenamientos al volver de China. Y va a tener que emplear muchísimos más si quiere que su equpo haga algo parecido al fútbol.
Quizás sale menos golpeado de este encuentro el Getafe de Quique Sánchez Flores, que fue mejor a los puntos. Llegó más al área de Aitor y mostró más voluntad (o armas) que su rival, pero sin alardes ni adornos de ningún tipo.
Y aquí podría terminar esta crónica añadiendo el par de ocasiones que hubo en todo el partido. El respeto y el miedo se hicieron presentes desde el minuto uno en un estadio que no tardó en pitar por lo que estaba viendo.
En el 17', Olivera tiró el primer disparo a puerta. Sin peligro ni chicha alguna, claro, ya que fue un golpeo lejando que blocó con facilidad Aitor. Antes, Melero se cayó en el área antes de finalizar la única jugada digna de ser incluida en el planeta fútbol de este partido.
Armabarri, camino a la media hora, probó suerte desde fuera del área sin mucho nerviosismo para el meta del Levante. Los 'granotas' dieron el primer (y casi único) gran susto en el 28', con un remate de Soldado en el área desviado tras un centro de Pablo Martínez desde la izquierda.
Y poco más hasta el descanso. El punto no es que sirviese o no a uno u otro equipo, es que parecía existir la certeza de que sería toda una proeza que alguno desnivelase un 0-0 con aroma a eterno.
En la reanudación, el Levante agitó levemente el árbol cuando se cumplía la hora de partido. De Frutos pidió un penalti inexistente y, acto seguido, el propio atacante estuvo a punto de marcar sin querer. Su marcador despejó un centro raso y, con el pie de apoyo, el levantinista mandó a puerta un balón que salvó Soria.
Ünal y un minipartido de verdad de tres minutos
Apenas pasó nada más hasta una recta final que tuvo amago de partido de fútbol de verdad. Quique metió a Enes Ünal en la segunda parte, un cambio que permitió que se viese el mejor rato de emoción y tensión de todo el encuentro.
En el minuto 89, Aitor salvó el gol del turco. El delantero, acostumbrado a tener discusiones con el gol, disparó en el área, algo escorado, para que el portero mandase la bola a córner con una buena mano cerca del palo.
El propio Ünal tuvo una doble ocasión en el añadido que rompió el guion gris, plano y plomizo del resto de partido. Su primer tiro lo taponó la defensa y, en el rechace, Vezo bloqueó un segundo tiro que se fue a córner, cerca del poste.
Al final, el fútbol no pudo hacer milagros y dejó el 0-0 en el Ciutat de València. Un encuentro que no arregla la situación del Levante, que sigue sin ganar, del Getafe, que es último con dos puntos, ni la del fútbol español, cada día más acostumbrado a este tipo de castigo.