El gol de Forsberg es el primero que marca el RB Leipzig en competición europea, un hito histórico para el club, pero también para la región.
Porque un club de la antigua Alemania Oriental no marcaba en la Champions desde que lo hiciera el Hansa Rostock en el año 1991, en el partido de ida de primera ronda ante el Barcelona.
En aquella ocasión, cuando la Champions no se llamaba así, sino Copa de Campeones de Europa, en la que no había fase de grupos, el Hansa Rostock quedó emparejado de primeras al Barça.
Y le ganó en la ida, un solitario 1-0, obra de Michael Spies. Desde entonces, aquel 2 de octubre de 1991, un club de la RDA (o de la zona que el extinto país ocupó durante 40 años) no marcaba en Champions.
De poco le sirvió el triunfo al Hansa. Cayó en la vuelta en el Camp Nou por 3-0, pero se consolaron con el hecho de que aquel Barcelona que les apeó de la Copa de Europa la terminó ganando.
Desde ese gol no ha habido ninguno más de un equipo germanoriental. Lo cierto es que no ha habido demasiadas opciones. Sólo el Hansa a mediados de los '90 mantuvo el tipo tras la reunificación.
Hoy, el polémico y detestado Leipzig ha tomado el relevo. No deja de ser irónico que uno de los hijos más notables del fútbol moderno, nacido a base de talonario, de compra de equipos, a la sombra de una multinacional, tome el relevo del último campeón de la Alemania comunista.