El delantero, que tuvo que ser retirado en camilla y alarmó a todo un país que días más tarde lloraría el 7-1 que le endosó Alemania, reconoció que el panorama en su hogar fue absolutamente horrible en los días posteriores a la lesión.
"Esa lesión ha sido el peor momento de mi carrera. Estuve una semana en la que sólo lloraba. Veía a mis padres llorando, todos tristes. Mi familia, mis amigos... todos igual", aseguró el brasileño, rememorando el día en el que casi se queda inválido.
Ney reveló lo que le dijeron los médicos en el hospital: "No conseguía mover las piernas. El doctor me sacó y empecé a llorar porque me dolía mucho y no sentía nada. No sentía las piernas. Me dijeron que podría volver a andar, pero que si el golpe hubiera sido dos centímetros más al lado me habría quedado sin fútbol para siempre".
El momento fue tan complicado para Ney que hubiera preferido estar en el campo en ese fatídico 7-1 que se perdió: "Me habría gustado mucho más estar ahí que quedar lesionado".