Lo confesó en un documental realizado por 'L'Équipe' en el que participa el ya ex futbolista (se retiró en Suiza en 2017). Aseguró haber sido obligado por sus clubes a doparse durante toda su carrera.
La lucha contra el dopaje en el fútbol es feroz, pero sigue teniendo lagunas. Y casos como el de Garra Dembélé sorprenden y sacuden hasta los cimientos al sistema.
El ex futbolista francomaliense jugó en Francia, Dinamarca y Grecia antes de recalar en el fútbol búlgaro, donde tuvo su primer contacto con el dopaje. Un dopaje al parecer institucionalizado por su propio club.
Así lo explicó, en el citado documental. "En Bulgaria, cuando terminábamos los partidos de la Europa League, tomábamos infusiones. Justo después del partido, me tomaba productos que no sabía qué eran exactamente", relató.
Luego se fue a la Bundesliga, al Freiburg. "En Alemania, cuando estaba en el Freiburg, tenía productos en mi cuerpo que estaban prohibidos en el país. En realidad, estaba dopado y tenía hormonas en mi cuerpo", añadió.
El ataque al club alemán fue despiadado. "Tenía una cajita con mi número el día que llegué. Tuve que tomar unas diez pastillas después del entrenamiento. Ni siquiera sabía qué era. No lo sabía", espetó.
"No tuve más remedio que tomármelas porque, de lo contrario, me multaban. Después de los partidos que teníamos el fin de semana, cuando teníamos un control antidopaje, siempre me caía encima. Orinaba, pero al parecer no había nunca nada", dijo también, para finalizar.
Garra Dembélé, quien se enfrentó a una pena de ocho meses de prisión cuando militaba en el Levski de Sofía por conducir bajo los efectos del alcohol y con un carné falso, colgó las botas en 2017, tras probar fortuna en China y luego volver a Europa de la mano de un equipo de la Cuarta División de Suiza.