El Coliseum fue escenario de uno de esos duelos de Primera que no levantan la expectación que merecen, porque el encuentro fue más que apasionante por momentos, y tuvo un final apoteósico, con emoción hasta el pitido del colegiado.
Un Getafe-Granada es un partido que, a priori, no despierta demasiado interés, pero demostró, una vez más, que no hay que subestimar al fútbol de élite, porque cualquier partido puede ser un partidazo.
Getafe y Granada nos brindaron un espectáculo genial, con seis goles. Con muchísima igualdad, pero de la buena, de la que no aburre. Un partido que tardó en coger ritmo, pero como una bola de nieve ladera abajo, en cuanto lo hizo no paró.
El Getafe era quien llevaba la voz cantante, un rol en el que el Granada hubiera preferido estar, pero durante los primeros compases del encuentro no hubo manera que uno u otro generaran ni un mínimo de peligro.
Todo cambió con el primer disparo de todo el partido, en el 10'. Llevó la firma de Sandro Ramírez, quien finalizó desde la frontal una jugada en la que la zaga del Granada pecó de inocente y poco contundente. Su remate, ajustado al palo, se convirtió en el 1-0.
Pero el gol no amilanó al conjunto andaluz, que apenas tres minutos después empató la contienda por medio de Luis Suárez, quien, como su tocayo, demostró ser un animal del área que sabe estar dónde y cuándo debe para marcar.
Los minutos del primer tiempo transcurrieron sin mayor novedad, y por momentos el partido empezó a parecerse a la caricatura que algunos se habían formado de él antes de que se jugase: un encuentro trabado, bronco, brusco, sin ocasiones.
Pero fue un breve episodio, pues pronto el Getafe se sacudió ese sambenito que a saber hasta cuándo le va a acompañar y volvió a jugar al fútbol de sus primeros minutos.
Pudo haberse ido el cuadro azulón en ventaja al descanso, pero el testarazo de Cuenca a la salida de un córner se estrelló en la madera, y Luís Maximiano evitó males mayores al estar tan atento que atrapó el rebote de primeras, sin dejar una segunda jugada.
La segunda parte fue bien distinta, y se la llevó el Getafe de principio a fin. Los azulones dominaron al Granada, al que dejaron sin capacidad de reacción, al que convirtieron en rehén de su fútbol, el cual era por momentos alegre y vistoso.
Como resultado, Enes Ünal hizo el 2-1 al finalizar una contra casi perfecta del Getafe tres minutos después de volver de los vestuarios. La acción parecía abocada al fracaso, pero el turco apareció para rematar de forma inverosímil y hacer el segundo gol de los suyos.
Y en el 63', sin que el Granada hubiera podido reaccionar al gol, llegó el tercero, obra de Maksimovic, en una acción que desarboló por completo a la zaga nazarí.
Para colmo del Granada, el Getafe no levantó el pie ni con una ventaja de dos goles. Estaba anulado por completo el equipo de Robert Moreno, y parecía sentenciado, hasta que en otra acción puntual, un chispazo más de fe que de brillantez, el Granada se reenganchó al partido.
Fue gracias a Luis Suárez, quien presionó de manera incansable a sus rivales hasta que el balón llegó a un David Soria que, por despejar con su pierna buena, dejó que el colombiano llegara a tapar el balón, el cual salió rebotado hacia la portería.
El esférico entró manso en la meta azulona para sorpresa general. El Granada, sin hacer gran cosa, se había reenganchado al partido con poco más de diez minutos por delante.
Y, lo que fue peor para el Getafe, los rojiblancos se fueron arriba y se hicieron con el control de la pelota. Se avecinaba una recta final de partido interminable para los de Quique, con indescifrable devenir, pero no fue así.
Porque en el 87', tras sufrir un poco, un recién entrado Borja Mayoral apareció para marcar el cuarto tanto, el que, ahora sí, daba la tranquilidad al Getafe.
El alargue fue de cuatro minutos, pero apenas hubo nada que reseñar tras el gol. El Getafe se repone así de su derrota en Sevilla, y confirma que ha salido del pozo. El Granada, que llevaba invicto en Liga desde finales de noviembre, se queda sin sumar en la cancha de un rival por la permanencia.