Que nada cambie para que todo siga igual

Sergio Ramos vive lejos del escaparate europeo, pero mantiene su competitividad en el lugar que le llevó a triunfar en su carrera deportiva. Ese leve detalle de que nada cambie para que todo siga igual se vivió de alguna forma en el cabezazo que hizo soñar a Monterrey con la machada ante el Inter.
El '93' de la espalda no fue casualidad. Como si viajara en el pasado hacia la final de la Champions League de 2014 en Lisboa, el central cazó un córner servido desde el rincón diestro -esta vez, por Óliver Torres-. Ni dejó saltar a Alessandro Bastoni y se comió la marca de Benjamin Pavard.
En la definición, el envío de Sergio Ramos acabó en el primer palo, no en el segundo como en aquella imagen con Thibaut Courtois que pasó a la historia. Homenaje o no, Monterrey dio la primera gran campanada momentánea del Mundial de Clubes ante el subcampeón de Europa.
Casualmente, aquella historia con el Real Madrid fue por la 'Décima'. Pues bien. En su partido oficial número diez con 'Rayados', el andaluz cuajó su quinto gol vestido con sus nuevos colores. Una cifra que habla de su magnitud, no solo en defensa, en el ahora proyecto de Domènec Torrent.
Y la guinda a una actuación memorable fue que Sergio Ramos se llevó el premio a mejor jugador del encuentro ante el Inter de Cristian Chivu. Lautaro Martínez le cortó las alas de la victoria, pero él sigue ahí. De hecho, nunca se ha ido. Tan sencillo como que nada cambie para que todo siga igual.