Kingsley Coman marcó uno de esos goles propios del modo carrera de cierto videojuego que acaba de cambiar de nombre. En la visita del Freiburg al Allianz Arena por la jornada 7 de la Bundesliga, el jugador del Bayern de Múnich se encargó de abrir la lata con un centro envenendo desde la banda derecha, bastante cerca de la línea de cal, que se convirtió en el globo perfecto para que le portero rival tan solo pudiera llamar intentona su estirada.
Habían pasado tan solo 12 minutos desde el pitido inicial y, como era de esperar, los anfitriones llevaban la voz cantante. En una de sus varias posesiones para tratar de marcar el primer gol, el extremo conducía la pelota por su carril, desde donde detectó que algún compañero podía llegar en buenos términos al área contraria para rematar un envío. De ahí que lo ejecutara, aunque lo que quizá no esperaba era ser él mismo el anotador.
Por su celebración, con una sonrisa de oreja a oreja y rictus de sorpresa, da la sensación de que ni siquiera él mismo había planeado la acción, que, de todos modos, le salió de maravilla. En la nómina de la Liga Alemana, Thomas Müller se cuenta una asistencia gracias a que le habilitó, aunque este es uno de esos pases previos a un tanto que, evidentemente, no han contribuido de manera especial a que la pelota acabara en las redes.
Este fue el primer gol de Coman esta temporada con el Bayern de Múnich. Había asistido en el partido doméstico en casa contra el VfL Bochum, rival ante el que también mandó un disparo al palo. Por lo demás, lleva todo este arranque de campaña siendo una pieza importante para Thomas Tuchel, que le ha empleado como titular ya en 4 citas consecutivas en un lapso de 15 días. Se le está exigiendo y el físico le responde.