No hubo sorpresas y Messi y los suyos estarán en Lisboa para luchar por el premio más preciado junto al resto de la élite europea. El Barcelona dio buena cuenta del Nápoles, un equipo vistoso al que se le ha pegado muy poco de su nuevo técnico. Y así, en la Champions no se puede llegar muy lejos.
Los italianos salieron mandones y con ganas de sorprender como habían avisado. No se habían cumplido dos minutos y Mertens ya había tenido la posibilidad de acercar a los suyos a la fase final en suelo luso con un remate a la madera que desnudó la falta de concentración azulgrana. Pero también había dicho Gattuso que ganar en el Camp Nou era como conquistar el Everest y el tiempo enseguida le iba a dar la razón.
El Nápoles no solo tuvo que luchar contra el Barça, Messi y los elementos. También contra el inexplicable partido de Koulibaly. El central, lejos del jugador seguro por el que se pelea media Europa, fue una rémora para su equipo. Sus primeros minutos fueron un esperpento y culminaron en el clarísimo penalti que se tragó Çakir y solo fue capaz de señalar tras mirar y remirar la acción en el VAR.
Lenglet al rescate
El Barça ensució en la segunda parte su más que aceptable primer acto. Tampoco es que los azulgranas estuvieran imponentes antes del paso por las duchas, pero sí que merecieron un triunfo claro. Luego, prefirieron dormir el partido para no gastar fuerzas y tampoco es que lo consiguieran, pues la poca cintura de Setién volvió a recargar las piernas de kilómetros más de la cuenta.
Un despiste bastó para el 1-0. Demme estuvo blando y seguro que Gattuso se lo hace saber. Lenglet cabeceó imponente el saque de esquina para hacer el primero.
Las cosas no habían cambiado para los italianos, que seguían necesitando solo un gol. Pero su ánimo ya no era el mismo. El Barcelona jugaba a rachas y con eso le bastaba, a pesar de que sin Busquets el centro del campo hacía aguas. No hubo una buena versión de Sergi Roberto, De Jong pasó casi desapercibido y solo Rakitic sostuvo al equipo.
El 2-0 lo hizo Leo en una de sus clásicas acciones mitad talento, mitad suerte. Se llevó dos rebotes tras colarse entre dos defensas y estuvo más rápido que los zagueros para ponerla en el palo largo, imposible para Ospina.
La empresa se ponía más complicada para el Nápoles. Y peor que se pudo poner. Ospina salvó el 3-0 en un buen remate de Luis Suárez, pero no pudo hacer nada para evitar el segundo gol de Messi en la misma jugada. Centró con el exterior De Jong y lo hizo todo el argentino, con un control con el pecho y un remate sin oposición en el área pequeña. A Leo solo le sobró un roce con la mano de los que no se ven en directo y son evidentes en el VAR.
Los penaltis y la nada
Pero el Barça, o fundamentalmente Messi, quería acabar con la faena lo antes posible. Koulibaly culminó su esperpento de primera parte en una acción en la que primero se confió, luego se durmió y finalmente estuvo poco fino. Leo puso el balón antes de que despejara y el central pateó balón y jugador. Tan evidente como increíble que Çakir necesitara el VAR para señalarlo. Suárez, con Messi renqueante, no perdonó y dejaba al Barcelona a un paso de Lisboa con 45 minutos por delante.
Pero, todavía antes del descanso, la jugada tendría réplica otra área. Rakitic estuvo torpe y Mertens generó una pena máxima que Insigne utilizó para mantener a los suyos con vida. El italiano, pese a jugar mermado, estuvo omnipresente en un Nápoles en el que también destacó Fabián.
Da la sensación de que ese tanto cambió los planes del Barcelona, pues Ansu Fati se tiró calentando todo el descanso para nada. Setién no lo vio claro y no reservó ni a Messi ni a Suárez, a pesar de que el uruguayo lo pidió a gritos durante todo el partido. También completó prácticamente todo el choque un Antoine Griezmann que volvió a estar a años luz de su mejor versión y no aportó prácticamente nada, ni en ataque ni en defensa. El Barça volvió a echar de menos la frescura de Ansu Fati y Riqui Puig.
Los azulgranas se olvidaron de atacar en la segunda parte y pudieron complicarse si Milik no hubiera arrancado antes de tiempo o si Chucky Lozano hubiera tenido algo más de puntería, ya en el final del partido.
Superado el trámite italiano, al Barça le espera el coco de esta Champions. Y las sensaciones no fueron las mejores este sábado. Mientras el Barça dejaba pasar el tiempo entre pase y pase en la segunda parte, los bávaros goleaban casi sin querer al Chelsea como si de un entrenamiento más se tratara. A un partido cualquier cosa puede pasar, sobre todo si cuentas con Messi, pero a este equipo de Setién da la sensación de que no le salva ni tener enchufado al mejor de la historia.