La vida deportiva de Graziano Pellè ha dado muchas vueltas. Le costó confirmar en Italia todo lo bueno que se apuntaba de él y por eso se convirtió en estrella jugando lejos del país transalpino.
Cuando por fin parecía asentado en Inglaterra y la Selección Italiana, los cantos de sirena del fútbol chino le llevaron a probar suerte allí. Su extraña carrera, sin embargo, pudo ni tan siquiera haber existido, pues antes de ser futbolista fue bailarín.
"Mi madre quería que me dedicara al baile de salón y mi padre que fuera jugador de fútbol, así que... ¡decidí hacer ambas cosas!", explicó Pellè al recordar su infancia.
Este amor por las dos profesiones tiene su propia explicación. Y es que su madre era una de las mejores profesoras de baile de salón del país cuando Pellè era pequeño. "Ella era una gran profesora de baile de salón y siempre he disfrutado practicándolo, pero nunca me perdía un entrenamiento de fútbol para hacerlo", reconoció.
El futbolista asegura que disfrutaba bailando, pero cuando tuvo que elegir supo que el fútbol era su verdadera pasión. "Me gustaba ir vestido de manera elegante, con ese traje tan ajustado, y mi madre dijo en alguna etapa que era muy bueno. Sin embargo, cuando tuve que elegir, no tuve demasiados problemas. Digamos que no fue una decisión difícil", confirmó Graziano.
Abandonados esos exitosos inicios -fue campeón de Italia a los once años-, Pellè se enroló en el mítico Lecce y comenzó a marcar gol tras gol en el equipo, que entonces estaba a caballo entre la Serie A y la B. Tras un par de campañas cedido en el Catania, el Crotone y el Cesena, el AZ Alkmaar se decidió a apostar por él en 2007.
En los Países Bajos pasó cuatro años maravillosos, aunque no brilló en el apartado goleador. Sí que celebró, en cambio, un histórico título liguero con el club de Alkmaar y pudo volver a Italia, primero con el Parma y luego con la Sampdoria, pero tampoco le fue demasiado bien.
Cuando su carrera parecía abocada a la Serie B o incluso a categorías más bajas, el Feyenoord le rescató para que triunfara de una vez por todas en Holanda. Y a fe que lo hizo. En sus primeros diez partidos marcó once goles para un total de 29 en su primera temporada, lo que le valió el premio de Mejor Jugador del país. Una segunda campaña igual de prolífica (26 goles) le valió el traspaso al Southampton, club en el que triunfó durante un par de años.
En la Premier League encontró un fútbol que se adaptó a su juego y que no solo le permitió marcar, sino también asistir a sus compañeros. Fue entonces cuando por fin ese juego de pies que tan bien desarrolló en la infancia acabó dando sus frutos.
De manera sorprendente, cuando estaba en el mejor momento de su carrera, decidió irse a China y poco más se supo de él. Muchos esperaban que regresara tras unos meses allí como otras grandes estrellas, pero cumplió hace poco cuatro campañas en el Shandong Luneng, donde la pasada campaña hizo 27 goles.